[..] En tibetano la palabra khandro, en realidad, es de género indeterminado. Si bien normalmente se interpreta como femenina, también podría traducirse por "el que danza en el cielo". Esto es debido, en parte, a la naturaleza de la lengua. 
Los complementos masculinos de la dakini, denominados dakas en sánscri­to, aparecen en el panteón hindú en forma de espíritus masculinos y brujos devoradores de carne, así como asistentes de Durga, Kali o Siva y, con el desarrollo de la dakini en la India tántrica, también se transformaron para representar un aspecto más profundo. 

Se les representa como bailarines del cielo que cumplen la función de consortes de las dakinis, y de consejeros espirituales por propio derecho para los yoguis, las yoguinis, y las dakinis humanas. En la trans­misión del budismo a Tíbet, parece que el daka se transformó en pawo (vira), que significa héroe o guerrero intrépido. Cuando se les empareja con las daki­nis, a sus complementos femeninos con frecuencia se las llama pamos (virini) y a veces yoguinis, o neljorma. 
Cuando se interpreta que los héroes masculinos poseen el poder de la completa realización se les llama herukas, como vere­mos más adelante. Sin embargo, la dakini emergió en Tíbet como un símbolo por derecho propio, a veces acompañada de un consorte, pero a menudo sola. El daka o vira devino un compañero poco usual en las biografías y rela­tos visionarios.

De manera similar, las dakinis prevalecieron más en los textos vajrayana tibetanos, en la época inicial de su historia y en sus fuentes indias. Las hagiografías más contemporáneas de Tíbet reflejan un perfil inferior respecto a las dakinis, especialmente en los relatos de trayectorias espirituales de monjes. 

No obstante, si tomamos seriamente en cuenta los datos anecdóticos y relatos orales con­temporáneos, todo indica que las visiones de la dakini continúan jugando un pode­roso papel en las trayectorias espirituales de yoguis laicos, yoguinis y tertóns. Como hemos visto en el apartado anterior, los movimientos yóguicos de Tíbet, enfatizan la experiencia visionaria y la transformación personal, mientras que las instituciones monásticas se centran en el aprendizaje escolástico, la ejecución ritual, y los aspectos de la comunidad monástica en los que las muje­res y la transformación no juegan más que un papel de soporte. 

La dakini, con su orientación hacia los caminos de meditación visionarios y de transfor­mación, sería, de manera natural, más directamente invocada en los movi­mientos yóguicos de Tíbet, y en tanto que estos movimientos están separados de los centros textuales, las dakinis se hallarían más explícitamente en la tradición oral. [..]


DAKINIS MUNDANAS
[..]La ambigüedad de la dakini forma parte de su tradición tibetana. En sus mani­festaciones como demonio femenino, devoradora de carne, puede actuar en nombre de fuerzas negativas contrarias a la espiritualidad. Puede ser una fuerza de apoyo, y actuar como ayuda protectora para su feudatario, que quizá sea un ser realizado o simplemente un poderoso chamán. O quizá, ella misma sea un ser completamente realizado que actúa como maestra, mensajera, o protectora del dharma. Por ejemplo, cuando la dakini mundana devoradora de carne actúa en nombre del dharma, no se come el cuerpo de su víctima sino su aferramiento al ego, liberando así al practicante y conduciéndole a niveles más profundos de realización.

La tradición del budismo tibetano requiere que los lamas y practicantes tán­tricos aprendan a identificar a los diferentes tipos de dakinis, a fin de interactuar con ellas de manera apropiada. 

Existen muchos relatos de yoguis o yoguinis altamente realizados que no reconocen a la dakini aun cuando está entre ellos, o que confunden a una dakini mundana con una realizada, o viceversa. Cometer este tipo de error puede acarrear resultados desastrosos. Confiar intimidad y secretos a una dakini mundana puede conducir a la muerte y a la destrucción del propio linaje de enseñanza. Perder la oportunidad de recibir enseñanzas de una dakini realizada puede conllevar años de práctica en vano, obstáculos que pro­ducen frustración, y una falta general de sincronía con el maestro o maestra y sus transmisiones. Debido a esto, existen numerosas directrices, escritas y ora­les, sobre cómo reconocer a las dakinis. Cuando se consultan y siguen estas fuentes y todavía se cometen errores, se dice que es debido a que las condicio­nes generales no han madurado.54

El gran maestro Pema Lendreltsel (1291-1315) recibió como tesoro de ense­ñanzas ocultas (terma) la transmisión original de Khandro Nyingthik (Esencia Fundamental de la Dakini), un importante ciclo de textos de meditación que se ori­ginaron a partir de Gurú Rimpoché y las dakinis. Después de transmitirlas al ter­cer Karmapa, Rangjung Dorje, a la edad de veinticinco años conoció a una hermosa mujer en el distrito de Nyel y, pensando que se trataba de una dakini realizada, "se interesó por tener contacto físico con qlla en secreto" durante un mes. Posteriormente, tuvo un sueño en el que se revelaba que su consorte era un mero demonio femenino. Pema Lendreltsel, atormentado, se vio involucrado en un terrible escándalo que impulsó la muerte de uno de sus discípulos y más tarde la suya propia, poniendo en peligro la transmisión de las enseñanzas de la Esencia Fundamental.56


La manifestación tibetana de la dakini mundana se halla estrechamente relacionada con su precursora india, pues surge como demonio o espíritu con su arsenal de poderes y ejércitos, que provocan calamidad o maldad, dependiendo de la seriedad de su intención. Su afición por el sabor de la sangre y la carne humanas persiste desde sus formas iniciales. Estas dakinis andan errantes, a solas e indomadas, y crean el caos en muchas situaciones, inconstantes y aterradoras. Personifican la magia y el poder mundanos, perturbando a sus víctimas en los cementerios, donde los cuer­pos muertos se descomponen. También habitan en las montañas y manantiales y actúan como protectoras locales. En una descripción de las condiciones modernas de un lugar considerado específicamente sagrado para la dakini, Dudjom Rimpoché escribió que las mujeres de la región pertenecen a una antigua raza de dakinis, y que todavía "tienen poder sobre las artes de la mirada mágica, la transformación de objetos por medio de palabras gnósticas, y cierto grado menor de brujería".57
En su aspecto más feroz se las denomina shasa khandro, o dakinis devoradoras de carne.58 Se las clasifica en doce especialidades diferentes de consumidoras de carne humana, tales como arrebatadoras del aliento, devoradoras de carne, bebedoras de sangre, y masticadoras de huesos. La hagiografía de Gurú Rimpoché, en la que fue exiliado al cementerio, describe a las dakinis mundanas devoradoras de carne (con una poesía que no pondré aquí) jra
   54. Esto alude a tendrel, coincidencia auspiciosa, la concepción tibetana de interdependencia. Esta noción se abordará con mayor detalle, posteriormente, en el Capítulo 8. Gyatso 1998, 178-80.
   56. El desafortunado Pema Lendreltsel era la reencarnación de la princesa Pemasel. Cuando descubrió las enseñanzas de Khandro Nyingthik, tenía que practicarlas en secreto durante un tiempo y se le prometió que conseguiría la maestría del resplandor interior y la habilidad para ser de enorme servicio para los demás. "Debido a que no mantuvo el secreto, no vivió la duración plena de su vida". Dudjom 1991,582. Su sucesor fue Longchen Rabjam, quien confió esmeradamente en las dakinis de sabiduría en cuanto a autorización - consejo, asegurando así el futuro de las enseñanzas de Khandro Nyingthik. Existe cierta ambigüedad respecto a su error, que no se clarificó en mis entrevistas con los lamas: ¿se equivocó en su elección de la dakini, o en compartir el texto prematuramente con Rangjung Dorje?
   57. Dudjom 1991, 503. Aquí está hablando de Swat de la época moderna, la supuesta localización geográfica de Uddiyana, el lugar de nacimiento de Padmasambhava. Además, dice que todavía hay tantras escondidos que aún no han aparecido en India, pues las dakinis de allí los mantienen en secreto "en la esfera invisible, por tanto no son objetos ordinarios de la percepción".
58. Las shasa khandros están íntimamente relacionadas con las pisacas, un cierto tipo de demonios femeninos, feroces y   malignos, similares a los duendes en el reino de los pretas o espíritus hambrientos. Se las conoce, particularmente, por consumir carne humana, si bien el apetito carnívoro de las pisacas no es tan discriminador. Según las crónicas tibetanas, es habitual describir a los demonios tibetanos como consumidores de carne, ratificando así a sus mentores budistas de sus tendencias barbáricas. Gyatso 1987; 1998, 77.[..]