[..] Su girar es la rueda misma del linaje [susurrado].
Oh hijo, haz girar la rueda sin apego.
Aquí las dakinis indicaban la esencia no dual del mahamudra, l
a naturaleza inexpresable de la mente y de la experiencia, 
la esencia del linaje susurrado de las dakinis. 
Emplean todas las famosas alegorías del lenguaje de la dakini,
 señalando la ausencia de existencia inherente de los fenómenos, 
su cualidad fundamental, luminosa y vasta. 

También bendicen a los maestros del mahamudra, el linaje que inicia Tilopa.
Al despertar, 
Marpa se sintió invadido por una gran devoción y 
partió apre­suradamente hacia India, 
para ver a su maestro por última vez. 
Llegó demasiado tarde. Naropa había fallecido. 
A pesar de eso, el envejecido Marpa buscó a su maestro varios meses 
durante los cuales recibió una serie de visiones, 
cada una de ellas repleta de otras poesías indescifrables de las dakinis. 
Finalmente, en Phullahari, en Nepal, 
recibió las enseñanzas de Chakrasamvara del propio Naropa y 
totalmente impresionado por la profundidad de las enseñanzas, 
Marpa excla­mó: 

"¡Conocer una cosa las libera a todas!".

La protección de la dakini se refleja en la integridad de los símbolos 
pero una vez que la comunicación ha tenido lugar,
 las dakinis saben que los símbolos han servido a su propósito. 

Después de que la dakini entregara a Jigme Lingpa una caja amuleto, 
el tesoro del corazón-mente de Samantabhadra, 
se desvaneció con las palabras: 
"El símbolo se ha disuelto", 
un final típico en las visiones de descubrimientos de tesoros.

Esto es un recordatorio de que los símbolos no tienen existencia inhe­rente y 
que su aparición apunta a diversos significados, 
pero el significado último es siempre la apertura vasta y luminosa.

En el nivel más sutil, 
las dakinis son encarnaciones de la esencia de las enseñanzas tántricas, 
la realización personal y directa de las cosas tal cual son, 
unida a los medios hábiles necesarios para aplicar 
esta realización a la vida cotidiana. 

La dakini pro­piamente dicha y su lenguaje simbólico 
provocan esta realización; 
el mero hecho de ver su escritura o de escuchar su lenguaje 
está considerado como una bendi­ción del linaje, 
por tener la capacidad de generar la liberación a través de la vista (thong-dról), 
un método de despertar que está ocasionado 
por una percepción sensorial directa y no mediada. 

La dakini actúa en nombre del linaje de las ense­ñanzas, 
revelando la conciencia despierta misma. 
Reverenciar a la dakini es reve­renciar la capacidad de surgir 
que tiene la conciencia viva y panorámica. 
La falta de respeto hacia ella deshonra esta capacidad y 
permite que muera.
¿Por qué juegan las dakinis un papel tan importante 
como protectoras de las enseñanzas vajrayana kama y terma? 
Thondup, citando a Dodrup Chen III, dice que es
porque la cualidad natural de lo femenino es proteger y preservar.

Pero encontramos otra clave cuando entendemos 
las cualidades maternales según el budismo vajrayana, 
donde el espacio del que surgen todas las cosas, 
conocido como Madre Prajnaparamita, 
también puede ser protector, agudo y cortante. 
Una forma verdadera de la Madre es la protectora salvaje y airada, 
como mostró Mandarava 
en su manifestación de la Reina con cien cabezas y mil brazos, 
ardiendo en un fuego abrasador. 
Cuando pisó fuertemente con sus cien piernas, 
la tierra entera tem­bló. 

Con este acto demostró el poder inherente 
a la experiencia directa de la Prajnaparamita, 
la realización de la vacuidad en el sentido vajrayana.[..]