Extracto del libro “El Testamento de Zurchungpa”, de Dilgo Khyentse Rinpoche, traducido al inglés por The Padmakara Translation Group, publicado por Snow Lion Publications como “Zurchungpa’s Testament.”

Originalmente escritas como instrucciones esenciales para un grupo de practicantes en un retiro de tres años, el Testamento de Zurchungpa servirá de guía indispensable para cualquiera que desee seriamente practicar la Gran Perfección.

Los Ochenta Capítulos de Consejos Personales fue la última enseñanza dada por el gran maestro Nyingma, Zurchung Sherab Trakpa (1014-1074). El texto original consiste en casi 580 máximas, que cubren todo el sendero del Dzogchen desde enseñanzas fundamentales hasta instrucciones esenciales que devuelven a la vida el punto de vista del Dzogchen. El extraordinario maestro Dilgo Khyentse Rinpoche, considerado uno de los más grandes de nuestro tiempo, agrega un comentario profundamente apropiado y práctico. Abajo encontrarán unos pocos extractos tomados de este libro invalorable.

Si, cuando estás practicando, se rompe el dique del sufrimiento, es simplemente que estás purificando tus acciones negativas.

Alégrate y abandona tus puntos de vista erróneos.
Si la gente es hostil con un practicante del Dharma que no ha hecho nada malo, es simplemente que lo están poniendo en el sendero de la paciencia.
Eviten enojarse y tener mal genio; tengan en cuenta los beneficios de la paciencia.
Como dijo Kunkhyen Jigme Lingpa dijo:
Un enemigo que te devuelve lo bueno que le diste con lo malo te hace progresar en tu práctica.
Una acusación injusta es un latigazo que te lleva hacia la virtud.
Es el maestro que destruye tus apegos y deseos.
¡Mira su gran bondad que nunca podrás devolver! 

Si alguien los critica o los culpa a pesar de que no hayan hecho nada malo, no se ofusquen o enojen o intenten igualarlo. En lugar de ello, estén agradecidos: mírenlo como una oportunidad para purificar sus propias acciones del pasado cuando fueron ustedes quienes culparan a otros. 

Vístanse con la armadura de la paciencia, y reflexionen sobre este verso:
No existe peor mal que el enojo,
Ninguna austeridad puede ser comparada con la paciencia,
No existe mal similar al enojo,
No hay austeridad comparable con la paciencia.
Por lo tanto, ármense de paciencia,

Jigme Lingpa dijo que a pesar de que mucha gente lo acusó y lo criticó sin razón, él siempre rezó:
“Pueden estas personas ser mis discípulos en una vida futura para que yo pueda beneficiarlos”.

Y así fue como en vidas futuras se manifestó como Do Khyentse Yeshe Dorje y como Jamyang Khyentse Wangpo. 
Aquí hay una historia que ilustra los beneficios de la paciencia. En una de sus vidas previas como un bodhisattva, el Buda era el rishi Palabras Pacientes. A pesar de ser el hermano de un rey, hacía mucho tiempo que había abandonado la vida mundana y adoptado una vida de soledad y de meditación en el bosque. Un día el rey y su séquito de reinas fueron al bosque para hacer un picnic. El rey se durmió, y mientras dormía, las reinas se fueron de paseo y se encontraron con el rishi, Palabras Pacientes. Cuando el rey se despertó y descubrió que todos se habían ido, se dispuso a buscar a sus reinas y eventualmente las encontró sentadas frente al rishi escuchándolo dar enseñanzas. Enfurecido el rey sacó su espada y preguntó,
“¿Quién eres tú?”
“Me llaman Palabras Pacientes”, respondió el rishi.
“Veamos cuan paciente eres realmente”, gritó el rey, y con su espada empezó a descuartizar al rishi, cortándole brazos y piernas. Estaba a punto de cortarle la cabeza cuando este dijo:
“Mientras me cortas a pedazos, yo juro que en una vida futura, cuando yo obtenga la iluminación, una por una yo cortaré todas tus emociones perturbadoras”. Después de lo cual, el rey le cortó la cabeza al rishi. Del cuerpo de este rishi, en vez de sangre, fluyó leche. El rey repentinamente se dio cuenta que no era un ser ordinario el que acababa de matar, sino un siddha.
“¿Quién era este rishi?” Preguntó. Cuando supo que era su propio hermano que se había transformado en un gran rishi al haber meditado en el bosque, sintió un gran remordimiento. Llevó el cuerpo del rishi de vuelta a la capital, ofreció una gran ceremonia de ofrendas y construyó un stupa en el cual fueron guardadas las reliquias.

Cuando el rishi se transformó en el Buda Shakyamuni, mediante el poder de su plegaria en esa vida anterior, el rey se convirtió en uno de sus primeros cinco discípulos en recibir enseñanzas en Varanasi. Por lo tanto un bodhisattva es alguien que toma refugio pensando: “Pueda el daño que otros me causan crear una conexión a través de la cual puedan obtener felicidad”.
Si obtenemos algunos resultados de nuestra práctica y nos encontramos siendo respetados por otras personas, nunca debemos sentirnos orgullosos de que nuestras actividades se incrementen. Vean todo como un sueño, como una ilusión, y eviten apegarse a la riqueza y a las posesiones, de lo contrario retornarán al samsara y terminarán sin nada.
Si vuestra fe consumada coincide con la aplicación de las instrucciones, es simplemente que han agotado vuestro karma.
Las instrucciones es algo que debemos poner en práctica. Simplemente leyendo la receta del médico, nunca curará nuestra enfermedad. Las instrucciones de nuestro maestro deben ser usadas cuando encontramos obstáculos y dificultades. 

Debemos utilizarlas correctamente y no perder de vista su objetivo. Así como la mejor manera de matar a alguien es clavándole un cuchillo en el corazón (la persona no sobrevivirá más de una hora) si ustedes aplican correctamente las instrucciones y dan en el punto vital, un mes de práctica será efectiva en disipar vuestras emociones perturbadoras y acciones. 

De lo contrario, no importará cuánto estudien y escuchen enseñanzas, las instrucciones y vuestro propio ser irán en sentidos contrarios. A menos que obtengan estabilidad en vuestra práctica para así sobreponerse al apego, al ego y emociones perturbadoras, cualquier tipo de práctica avanzada que realicen será un sinsentido, nada más que un nombre que impresiona. Pero si practican como corresponde ahora, 

En el futuro no renacerán en el samsara.
Como un pez que muerde un anzuelo, habrán sido pescados por la compasión de los Budas. Si en esta vida son diligentes y practican como corresponde, aunque no obtengan la realización, renacerán en un lugar en donde podrán encontrarse con las enseñanzas, conocer al maestro, y continuar a progresar. Más grande sea la conexión que logren con el Dharma de esta manera, más grande será el beneficio que obtengan. Ha sido a través de la práctica del Dharma que todos los sabios en el pasado obtuvieron la realización.
Todo el Dharma deberá servir como antídoto al apego y a la aversión.

De lo contrario hacer mucha práctica solamente hará que se incremente el orgullo;
Pasar mucho tiempo en una cueva o lugar recluido será una manera de acumular posesiones, y se transformarán en espíritus malignos. La práctica no habrá servido de antídoto a vuestro apego y aversión, no habrá sido Dharma genuino.
Si vuestro propio miedo a la muerte coincide con la muerte de otras personas, es simplemente que ha llegado el tiempo de alejar vuestra mente del samsara.

Una vez el Señor Buda encontró a cuatro hombres fuertes intentando romper una piedra enorme que atravesaba el camino. Sin importar los grandes esfuerzos que hicieran, no podían moverla. Usando sus poderes milagrosos el Buda lanzó la piedra al aire con el dedo del pie, y cuando cayó a tierra, la redujo en polvo al señalarla con el dedo. Todos quedaron estupefactos y dijeron: “No hay nadie en el mundo más poderoso que usted.”

“Si”, respondió el Buda, “existe alguien que es mucho más fuerte que yo”.
“¿Quien puede ser esa persona?”, preguntaron.
“Cuando obtenga el nirvana, encontraré al Señor de la Muerte. Él es mucho más poderoso que yo”.
Es muy importante recordar constantemente que nosotros vamos a morir, y que tendremos que soportar todo el dolor de la muerte. Esto no es cierto solamente para nosotros. Piensen en cuanta gente murió el mes pasado. 

Y consideren cómo han muerto: algunos de viejos, otros jóvenes, y en todo tipo de circunstancias. ¿Dónde está toda esa gente ahora, en cuál de los seis reinos han terminado? Algunos de ellos deben de estar soportando terribles sufrimientos. Y nosotros mismos terminaremos experimentando los mismos sufrimientos también. 

Cuando reflexionamos sobre los terribles tormentos que deberemos soportar, pareciera que en esta vida nada es de demasiado beneficio para nosotros.
No se apeguen a la felicidad y al confort en esta vida.
No importa cuán deliciosa sea la comida que comemos, todo se transforma en excremento. No importa cuán linda sea la ropa que usamos, solamente están cubriendo lo que está debajo de la piel, componentes mal-olientes como ser carne, sangre y linfa. ¿Entonces cual es el punto de vestir el cuerpo con brocados? Esta vida es tan breve como una nube en el cielo: puede desaparecer en cualquier momento. 

Nadie puede decir cuánto tiempo vivirá. Y aún si viven muchos años, nadie puede saber si serán felices y si estarán satisfechos toda su vida. Nada es certero, ni nuestra muerte, ni las circunstancias de nuestra vida, por lo tanto no debemos tener apego por las cosas de esta vida. La única manera de utilizar nuestras vidas correctamente es practicando el Dharma, y hacerlo mientras somos jóvenes y nuestros cuerpos y mentes están en su apogeo. Podemos pensar, “Durante los próximos veinte años, o tal vez un poco menos, trabajaré y ganaré suficiente dinero para poder dejar de trabajar, y luego practicaré el Dharma”.

 ¿Pero quién sabe cuándo podemos morir; quién sabe si entretanto no cambiaremos de opinión? 

Por este motivo el texto raíz dice:
Si ustedes piensan que primero terminarán sus proyectos para esta vida y luego practicarán un poco de Dharma, estas son simplemente las tácticas de postergación del demonio.

Es muy importante no caer bajo la influencia de tal demonio.

Lo que llamamos un demonio no es algo con ojos desorbitados, una boca abierta, dientes filosos y una mirada aterradora. El verdadero demonio es nuestra predilección por las actividades mundanas, nuestro apego a amigos y familiares, nuestra aversión por nuestros enemigos y el hecho de estar completamente dominados por las ocho preocupaciones, junto a las circunstancias, tanto buenas como malas, que pueden hacer que nos alejemos del Dharma. 
Se dice que las circunstancias favorables son más difíciles de utilizar en el sendero porque son más susceptibles de distraernos y hacernos olvidar al Dharma. Por lo tanto cuando tenemos todo lo que necesitamos, dinero, estatus, una casa cómoda, comida, y ropa, no debemos sentir apego a estas cosas sino verlas como ilusorias, como cosas que aparecen en un sueño.

Las circunstancias indeseadas son relativamente más fáciles de tratar. Es relativamente más fácil meditar sobre la paciencia cuando alguien se enoja o nos amenaza, y practicar cuando estamos enfermos, porque estas son causas de sufrimiento y el sufrimiento naturalmente nos recuerda el Dharma. Pero cuando estamos contentos, cuando nos va bien, estas buenas circunstancias tienen una tendencia a fundirse muy cómodamente con nuestra mente, como aceite de masaje, que se desparrama fácilmente por el cuerpo. 

Cuando disfrutamos de los buenos tiempos, el apego fácilmente permanece en la mente y se transforma en parte de nuestros sentimientos. Y una vez que nos hemos apegado a las buenas circunstancias, el demonio de los hijos de los dioses ha llegado. De los cuatro demonios este es el que causa orgullo: nos dejamos seducir por el éxito, fama y riquezas. Es muy difícil que la mente pueda librarse de tanto orgullo. 

Si desean que vuestra conducta concuerde con todo, no obstruyan los esfuerzos de los demás. 
Es muy importante el mantener una armonía perfecta y buenas relaciones con todos vuestros compañeros del Dharma, hermanos y hermanas. Deben ser como un cinturón para ellos, como algo que uno usa todo el tiempo pero no siente. Deberían ser muy adaptables, como la sal, que fácilmente se disuelve en cualquier tipo de agua, clara o turbia. Relacionarse únicamente con el maestro no es suficiente; deben poder relacionarse con los demás. De lo contrario deteriorarán vuestro samaya y disgustarán al maestro. En todo lo que hagan, actúen de acuerdo con el Dharma y compórtense armoniosamente con los demás. Nunca podrán ser buenos practicantes si se relacionan mal con la gente, molestando a los demás y actuando contrariamente a sus deseos.

Más aún, de los nueve vehículos del Dharma, practiquen el que verdaderamente pueda ayudarlos de acuerdo con vuestra capacidad y condición presentes. Nunca echen de menos a los vehículos inferiores, pensando que son demasiado bajos para ustedes. Cada vehículo posee enseñanzas que nos pueden ayudar de acuerdo con nuestra capacidad. 

Por lo tanto deben recibir y examinar las enseñanzas del Vehículo de los Shravakas apropiadamente, viendo la verdad que encierran y practicarlas lo más posible. De la misma manera, en los vehículos de los Bodhisattvas y del Mantra, deben aprender todo lo que pueda ser de beneficio para ustedes y practicarlos tan bien como puedan. 

Por lo tanto, no discriminen entre vehículos inferiores o entretengan deseos de practicar las llamadas enseñanzas avanzadas. Comprendiendo que estas enseñanzas no se contradicen, practíquenlas de tal manera que verdaderamente los ayuden a progresar. Entonces todo surgirá como una enseñanza. 

El Buda dio todas las diversas enseñanzas por compasión, y todas están imbuidas de su sabiduría: no existe una sola palabra en ellas que puedan dañar a los seres. Todas ellas poseen la virtud de conducir a lo seres hacia la liberación y la iluminación. Por lo tanto no sean sectarios y piensen, “Nuestras enseñanzas son mucho más superiores a las de las demás escuelas y tradiciones filosóficas”.

Como todos los vehículos son verdaderos en sus propios términos, no tengan opiniones rígidas acerca de senderos o escuelas filosóficas.

Mientras que nunca deberíamos pensar que nuestra tradición es mejor y las demás inferiores, no existe daño en una discusión genuina y debate que estén libres de apego y animosidad, si esto puede ayudar a clarificar pequeños malos entendidos o interpretaciones incorrectas de acuerdo a nuestro parecer. De la misma manera, las interpretaciones equivocadas de los puntos de vista ajenos pueden ser corregidas por discusiones entre siddhas instruidos.

Hijo, existen cuatro tipos de experiencia.
Cuando intentemos preservar el reconocimiento de la naturaleza absoluta de esta manera, tendremos varias experiencias. 

La primera de estas es:
La experiencia de no tener apego a los pensamientos, como lo ilustra un pequeño niño y un espejo:
A pesar de que hay percepciones, no hay apego.
Las experiencias surgirán. Si no tuviésemos experiencias en el sendero, estaríamos en el sendero equivocado. Pero a pesar de que surgen, debemos estar completamente libres de apegarnos a ellas, como un pequeño bebé frente a un espejo. No importa lo que haga el bebé, el espejo lo reflejará. Pero el bebé no piensa si es bueno o malo. De la misma manera, alguien que está libre de apego no queda atrapado por nociones de bueno o malo.

La experiencia de la sabiduría que toma vida allí donde previamente no había surgido, como queda ilustrado por una mujer pobre que encuentra un tesoro:
La experiencia y la realización nacen de nuevo.

Cuando una nueva experiencia de la realización de la sabiduría surge en la mente, debemos estar contentos, y la alegría que sentimos nos deberá fortalecer en nuestra práctica, así como una mujer indigente encuentra un tesoro bajo tierra. Está sobrepasada porque sabe que durante siete generaciones no habrá que preocuparse por ser pobres, y por lo tanto cuida con mucho celo el tesoro que ha encontrado.

La experiencia de ni aprehensión, ni estima, como queda ilustrada por una golondrina ingresando en un nido y por un león:
Uno ha adquirido confianza decisiva.
En un determinado momento ganaremos un sentido de seguridad y confianza a partir de la adquisición de una clara idea de donde estamos en el camino, de cómo trabajan los antídotos sobre las emociones, y la comprensión del punto de vista de la vacuidad. Encontraremos que no tendremos vacilación, como una golondrina ingresando en el nido. Antes de construir su nido, la golondrina busca un buen sitio libre de posibles peligros. Pero una vez que ha construido el nido, vuela directamente hacia él, sin vacilación alguna. De la misma manera, habiendo cuidadosamente ejercitado nuestra meditación, llegaremos a un punto en el cual no tenemos vacilación e inmediatamente reconocemos la naturaleza de nuestras experiencias. 

Como el león, el rey de los animales, que no tiene miedo de otros animales donde sea que vaya, un yogui no tiene aprehensiones, no importa que experiencias surjan en su mente. Al mismo tiempo no está orgulloso ni enamorado de sus experiencias. No atesora las experiencias, ni tampoco está pendiente de ellas.

La experiencia de no tener miedo de los puntos de vista filosóficos, como queda ilustrado por el león que no le teme al zorro:
No existe miedo al punto de vista ni de la acción de los vehículos inferiores.
Cuando hemos descubierto la naturaleza absoluta, no estaremos atados a puntos de vista, ni por la conducta de los vehículos inferiores. 

Como el león, que nunca le teme al zorro, no importa cuánto ladre, alguien que tiene la entera realización de la Gran Perfección no está afectado por las diferentes enseñanzas acerca de punto de vista, meditación y acción de los vehículos graduales; no lo hacen vacilar. 

Los signos que surgen con la experiencia.
Hijo, existen cuatro tipos de signos.
Cuando la experiencia y la realización florecen por dentro, es
El signo de la sabiduría que brilla en nuestro interior, como queda ilustrado por una lámpara de aceite dentro de una jarra.
Cuando se coloca una lámpara de aceite en una jarra, queda protegida del viento y por lo tanto se quema lentamente y brilla. De la misma manera, cuando la presencia clara llena el espacio interior, el karma y las emociones perturbadoras son rápidamente disipados.

Para esto existen cuatro maneras en la que los objetos del conocimiento son liberados en su propia naturaleza.

Cuando hayamos realizado esa verdadera naturaleza, todos los conceptos serán disipados dentro de esa misma naturaleza absoluta. 

Se auto-liberan, como cuando el hierro corta al hierro.

Así como el hierro puede ser cortado por hierro pero no por madera, cuando la naturaleza última del sujeto y del objeto actúa como antídoto de ese mismo sujeto y objeto, toda dualidad se disuelve naturalmente. 

Las apariencias y la mente siendo inseparables, se liberan a través de una sola cosa, como el fuego encendiendo el fuego.

Cuando existen muchas diferentes emociones perturbadoras teniendo lugar en la mente, no hay necesidad de buscar un antídoto distinto para cada una. La naturaleza absoluta sirve de antídoto a todas ellas, como un fuego que enciende un fuego. Una vez que uno descubre que la mente y las apariencias son inseparables, cuanto más leña agreguemos más arderá el fuego. 
Conociendo la propia naturaleza, se liberan en la realidad fundamental, como el espacio que se mezcla con el espacio.

Dentro de una jarra hay espacio, y ese espacio es básicamente igual al que se encuentra fuera. Cuando se rompe la jarra con un martillo, el espacio de adentro y el vasto espacio afuera se unen y son indiscernibles. 

Las apariencias son reconocidas como siendo manifestaciones de la mente, como el encuentro entre una madre y su hijo.

Una vez que hemos reconocido que todos los fenómenos externos son simplemente la auto-manifestación de nuestra sabiduría o naturaleza intrínseca, los fenómenos externos y condicionados no pueden engañar nuestra naturaleza absoluta interna. El reconocimiento de que los fenómenos externos son nuestra propia proyección es como el encuentro entre una madre y su hijo: entre ellos existe un cierto reconocimiento sin vacilación o equívoco. 
Cuando no hay esfuerzo, es
El signo de que la mente no se involucra con los placeres de los sentidos, como queda ilustrado por un rey sentado en su trono.
Un rey que posee dominio absoluto sobre sus dominios no tiene necesidad de incrementar su autoridad activamente, ni tampoco involucrarse con el día a día en el manejo del estado. Similarmente, cuando tenemos confianza en la naturaleza absoluta, no estaremos atraídos por distracciones o experiencias sensoriales externas. La mente no irá tras los objetos del deseo. Es un signo de estabilidad. 

Cuando uno abrevia sus planes porque no hay tiempo que perder, o decide claramente que todo fenómeno es no-nacido, es

El signo de que la mente se focaliza sobre la naturaleza no-nacida, como queda ilustrado por una persona enferma y un cementerio.

Existen dos ejemplos aquí, que nos recuerdan que a pesar de que podemos tener este tipo de realización, nunca debemos sentirnos complacientes en relación a la impermanencia y a la muerte, y que debemos estar decididos acerca de la naturaleza no-nacida de los fenómenos.

Si estamos libres tanto de las cosas que deben ser rechazadas como de sus antídotos, al aplicar esto, obtendremos la confianza de un halcón. Cuando un halcón ve volar a una paloma silenciosamente por el bosque, no vacila un segundo en atacar a su presa. De la misma manera, si poseemos la confianza de haber ido más allá de las cosas que deben ser rechazadas y la necesidad de antídotos, aplastaremos las emociones aflictivas sin vacilación. Es

El signo de haber erradicado las emociones aflictivas, como queda ilustrado por la paloma y el halcón. 

Más acerca de los autores y traductores…
Dilgo Khyentse Rinpoche (1910-1991) fue uno de los lamas más importantes en haber salido del Tíbet y fue reverenciado por su sabiduría y su compasión por miembros de todas las escuelas del budismo tibetano.

El Padmakara Translation Group posee una distinguida reputación por sus traducciones de textos tibetanos y enseñanzas, y es conocido por su estilo claro y de certeza literaria.

Traducido al español y publicado con el permiso de Snow Lion News & Catalog, todos los derechos reservados.


TAPIHRITSA Y LAS ENSEÑANZAS DZOGCHEN "http://yoganatural.blogspot.com / Fernando Mora Zahonero"




[..] Tapihritsa es el maestro axial de la denominada tradición del Linaje Experiencial de Zhang-zhung, ya que su figura sintetiza todas las enseñanzas y maestros de este linaje. Es el maestro vigésimoquinto de la línea de transmisión que, comenzando con el buda Samantabhadra, pasa por Tönpa Shenrab y llega hasta el propio maestro de Tapihritsa, llamado Tsepung Dagpa Gyaltsen. Todos esos maestros alcanzaron la realización del cuerpo de arco iris, que supone la disolución del cuerpo físico en el momento de la muerte. Dagpa Gyaltsen es el responsable de la estructuración de las enseñanzas del Zhang-zhung Nyen-gyüd en los ciclos externo, interno, secreto y muy secreto. Se dice que, cuando Tapihritsa recibió estas enseñanzas, se retiró durante nueve años a una zona situada al este del monte Kailash, en una caverna cerca de Taruk, un gran lago salado, donde practicó hasta alcanzar la realización del cuerpo de luz de la Gran Transferencia, disolviendo su cuerpo físico en la vasta expansión del cielo sin dejar ningún resto tras de sí.

Hasta la aparición de Tapihritsa, los preceptos del dzogchen eran transmitidos oralmente a un solo discípulo en la forma de upadeshas o instrucciones secretas. Sin embargo, a partir de Gyerpungpa Nangzher Lopo —una figura de indudable historicidad y coetánea de Padmasambhava y de otros importantes maestros indios y tibetanos—, estas enseñanzas comenzaron a ser recogidas por escrito, una medida ciertamente previsora pues en los años siguientes las enseñanzas del Bön serían objeto de implacables persecuciones. Posteriormente, en el siglo X, las enseñanzas fueron traducidas definitivamente al tibetano por el último maestro del linaje de la Transmisión Experiencial nacido en Zhang-zhung y de nombre Ponchen Tsenpo.

Pero, si bien Gyerpungpa Nangzher Lopo —principal discípulo de Tapihritsa— era un adepto avezado en la práctica del tantra y poseía numerosos poderes mágicos, no había alcanzado el siddhi supremo de la iluminación. Entre los poderes mágicos de Gyerpungpa se cuenta la capacidad —asociada a la deidad meditativa Meri, deidad tutelar de las enseñanzas del Zhang-zhung Nyen-gyud— de lanzar misiles mágicos. Además, Gyerpungpa no sólo era un gran erudito y practicante, sino que también era el sacerdote personal del rey de Zhang-zhung. En esa época —en torno al siglo VII d.C.—, el reino de Zhang-zhung estaba a punto de ser anexionado definitivamente al Tíbet bajo el gobierno del célebre rey budista Trisong Detsen.

Tapihritsa suele ser representado como un adolescente de dieciséis años, una figura blanca y translucida como el cristal, rodeada por una esfera de arco iris, con el cuerpo completamente desnudo, sin ornamentos de ningún tipo y sentado sobre un loto que se halla suspendido en medio del cielo. Ésta es la forma en que, según la tradición, se manifestó a su discípulo Gyerpunga. Al principio de cualquier práctica de dzogchen, en la tradición bön, siempre se lleva a cabo su invocación.

Según recogen las antiguas crónicas, Gyerpungpa permanecía en retiro en una pequeña ermita, protegido por un rico nómada, llamado Mergyungpo Yungdrung Gyaltsen. Ese rico benefactor se encontró con un niño aparentemente perdido y vestido de manera andrajosa quien, tras declarar que era huérfano, pidió trabajo afirmando que era capaz de desempeñar cualquier tarea. El hombre acogió al niño y le encomendó la misión de cuidar el ganado.

Cierto día en que el pequeño estaba buscando leña, el ganado se dispersó y, con la excusa de ir en su busca, arribó portando un gran hatillo de leña sobre su espalda a la entrada de la gruta donde se encontraba meditando Gyerpungpa. Dejando caer su carga de golpe, el niño comenzó a proferir toda clase de alabanzas pero también algunas palabras de crítica dirigidas al meditador quien, tras la sorpresa inicial, dudó de la elocuencia y sinceridad de las palabras del pequeño. Entonces, Gyerpungpa se propuso examinar más detenidamente al extraño niño efectuándole cinco preguntas, cuyas respuestas contienen la esencia de la enseñanza dzogchen. Las preguntas de Gyerpungpa fueron las siguientes:

—¿Quién es tu maestro? ¿Cuál es tu práctica? ¿Cuál es tu meditación? ¿Cuál es tu carga? ¿Y por qué llevas a cabo esta actividad?

Y éstas fueron las respuestas que dio Tapihritsa:

—Mi maestro es la visión ordinaria. Si la visión ordinaria no fuera el maestro, entonces, ¿quién fue el maestro del primer buda, Kuntuzangpo?

»Mi práctica consiste en permanecer libre de pensamientos discursivos. Puesto que no podemos fijar ningún pensamiento en la base-de-todo, las visiones conectadas con los pensamientos no constituyen la práctica real.

»Mi meditación abarca la totalidad de los fenómenos de los tres reinos de la existencia, puesto que el auténtico significado de la verdad última trasciende cualquier tipo de parcialidad.

»Llevo sobre mí la carga de los pensamientos porque, una vez que los deseos han sido agotados, deja de haber pensamientos discursivos y se comprende que todo es una ilusión.

»Mi actividad es el trabajo al servicio de todos los seres. Dado que felicidad y sufrimiento tienen un solo sabor, mi conducta es actuar con ecuanimidad hacia todos ellos.

Estas respuestas no aplacaron el escepticismo de Gyerpungpa, por lo que le propuso que al día siguiente ambos entablaran un debate en presencia del rey y, de ese modo, quien saliese derrotado se convertiría en discípulo del otro. Ante esta propuesta el niño profirió tres sonoras carcajadas y dijo:

—Los debates son un juego de ciegos, los tantrikas sólo crean ilusiones con la mente, los eruditos sólo emiten palabras vacías y carentes de sentido. No merece la pena perder el tiempo con todo eso.

En ese momento, Gyerpungpa reconoció que el niño debía de ser una emanación espiritual, un mahasiddha. Se quedó en silencio sin saber qué decir y, cuando miró al pequeño, ya no vio al huérfano harapiento sino una gloriosa visión de un joven de dieciséis años de edad suspendido en el espacio en medio de una esfera de arco iris, con un cuerpo puro como el cristal, transparente, desnudo y carente de adornos. Cuando Gyerpungpa ofreció al joven oro a cambio de sus enseñanzas, éste replicó:

—Yo soy Tapihritsa, si ofreces oro a los pájaros, ¿acaso lo aceptarán?

Gyerpungpa se mostró nuevamente de acuerdo y Tapihritsa le dijo entonces que le enseñaría a liberarse de todas las acciones sin dejar rastro, como los pájaros que surcan el cielo.

Mientras tanto el rico terrateniente, advirtiendo que el niño había desaparecido con el ganado, partió en su busca y llegó a la cueva donde pudo presenciar lo que estaba sucediendo. Entonces Gyerpungpa explicó a su benefactor que el pequeño huérfano era en realidad un gran ser espiritual. De ese modo, ambos hicieron ofrendas a Tapihritsa y se postraron ante él. Entonces, el joven suspendido en el vacío les transmitió una serie de enseñanzas esenciales, subdividas en: las cuatro cosas buenas, las cuatro cosas aplicables a la mente, las cinco prácticas, los cuatro adiestramientos relacionados con el estado natural y la triple confianza. Se considera tradicionalmente que cada sección de esta enseñanza responde, sucesivamente, a las preguntas iniciales formuladas por Gyerpungpa: ¿Quién es tu maestro? ¿Cuál es tu práctica? ¿Cuál es tu meditación? ¿Cuál es tu carga? ¿Cuál es tu trabajo?

Las cuatro cosas buenas

—Cuando la mente no se apega a las apariencias externas e internas, éstas se liberan por sí mismas. De ese modo, debemos permitir que el reconocimiento intrínseco —que está más allá de toda parcialidad o prejuicio— libere todas las apariencias, sin conceptualizarlas ni juzgarlas. Dejarlas estar de ese modo es la primera cosa buena.

»Cuando la meditación está libre de pensamientos (conceptos), la mente permanece en un estado de claridad espontánea que la mantiene a salvo de las experiencias descontroladas. Así pues, la segunda cosa buena es mantenerse al margen de las distracciones.

»En lo que a la conducta se refiere, ésta debe carecer de apegos y expectativas permaneciendo alerta y relajada. En ese caso, debemos desconectar directamente todos los juicios y conceptos y todas las apariencias que puedan ocurrir dejándolas tal cual son. De ese modo, la tercera cosa buena consiste en cortar de manera inmediata todos los apegos y conceptos que surgen.

»En lo que respecta al fruto o la meta, ésta no ha de ser buscada ni sepultada bajo nuestras expectativas, sino que todo emerge espontáneamente tal como es. Cualquier expectativa o ansiedad concerniente al futuro es liberada en su propia condición original de vacuidad. Este proceso de liberación natural es la cuarta cosa buena.

»Debes observar cuidadosamente todos estos tópicos concernientes a la visión, la meditación, la acción y el fruto para comprobar si representan el sendero de la claridad o, por el contrario, de la ausencia de claridad —concluyó Tapihritsa mientras permanecía suspendido en el cielo.

Tanto Gyerpungpa como el benefactor permanecieron en silencio. Después de un rato Tapihritsa añadió:

Las cuatro cosas aplicables a la mente

Ninguna actividad externa o interna puede mermar o agotar la Realidad Última (dharmata) porque ésta se halla más allá de la práctica. No existe nada material ni substancial en la Realidad Última que pueda ser objeto de disminución o incremento. Por tanto, en la práctica, la mente debe permanecer en la misma condición de no-substancialidad (que es su naturaleza vacía).

No se puede llegar a conocer el dharmakaya con la conciencia convencional ni con las actividades mentales, puesto que está más allá de todas las causas primarias y secundarias y eso también es aplicable a la mente. Por eso, hay que practicar manteniendo la mente más allá de causas y condiciones.

No se puede encontrar la mente cuando se la busca porque ésta carece de existencia inherente. Por consiguiente, hay que practicar sin perder de vista la ausencia de existencia inherente de la mente.

No se puede cambiar el Estado Natural por ningún medio y, por esa razón, hay que practicar manteniendo la mente en dicha inmutabilidad.

Debes examinar detenidamente estos tópicos para comprobar si se aplican o no a tu propia mente.

Las cinco prácticas

Dado que no existe ninguna parcialidad o unilateralidad (como la dualidad de yo y otro) en el estado natural, ¿acaso todas las visiones no surgen igualmente sin parcialidad? Por tanto, hay que practicar sin parcialidad o unilateralidad con respecto a nada.

Dado que no existe ningún aferramiento (en el estado natural) ni aprehensión de objetos externos, ¿acaso éstos no se liberan por sí mismos en la vacuidad? Por eso, hay que practicar sin apegarse a las apariencias, emociones ni pensamientos, y sin tratar de liberarlos (sino dejándolos tal cual son en sí mismos).

Dado que el estado natural carece de nacimiento o muerte, ¿no se sigue de ello que todas las visiones y apariencias que surgen en ese estado, emergen y permanecen en esa misma naturaleza que no es producida por nada? Por eso, hay que practicar sin tratar de incrementar ni mermar las apariencias.

Dado que el estado natural es inexpresable (e inaprensible mediante conceptos) ¿no sucede también que todas las apariencias emergen y permanecen en esa vasta expansión del espacio de una manera inefable? Por tanto, hay que practicar sin tratar de enfatizar ni de eliminar nada.

Dado que las apariencias y las visiones nunca se separan del estado natural desde el mismo principio, ¿no se sigue de ello que no hay necesidad alguna de unirlas a dicho estado? Por tanto, hay que practicar sin tratar de separar o de relacionar nada.

Debes examinar cuidadosamente estas cuestiones para ver si (las apariencias) surgen de la mente o no.

Los cuatro adiestramientos directos relacionados con el estado natural

Puesto que la mente no depende de largas sesiones de meditación y las oportunidades de éstas son muy escasas, debemos intentar permanecer en el estado natural allí donde nos encontremos y comprometernos a adiestrarnos directamente en dicho estado practicándolo sin dilación.

Puesto que en el estado del Gran Gozo no existen distracciones, debemos permanecer en el estado natural allí donde estemos y adiestrarnos directamente en esa disposición natural y practicar sin establecer diferencia alguna.

Puesto que el significado del estado natural es lo incondicionado, basado en el poder de la inseparabilidad (de apariencias y vacuidad), debemos permanecer en el estado de contemplación allí donde estemos, adiestrándonos directamente en la disposición natural (del estado de contemplación).

Puesto que en la esencia misma no hay nacimiento ni muerte (emergencia o cesación) sino que es un estado no producido por nada, debemos permanecer en el estado natural allí donde nos encontremos y adiestrarnos directamente en su contemplación.

Debes examinar cuidadosamente estos puntos para determinar si tu práctica es suficientemente estable o no.


La triple confianza

Cuando se comprende que el estado natural carece de existencia intrínseca, se tiene suficiente confianza para tomar una decisión irrevocable con respecto a todas las cosas.

Cuando comprendemos la inseparabilidad (de apariencia y vacuidad), tenemos la suficiente confianza para decidir que todo tiene un solo sabor.

Cuando se comprende que el estado natural carece de parcialidad (o juicios), se alcanza la confianza que está libre de todas las limitaciones.

Sólo aquel que posee estas tres confianzas puede llamarse practicante del dzogchen.

Al concluir, Tapihritsa les dijo que mantuviesen en secreto su enseñanza y añadió que, si no le olvidaban, volverían a encontrarse de nuevo. Luego desapareció en una masa de luz de arco iris. Cinco años después, Gyerpungpa se encontraba retirado en una isla situada en el lago Darok, cuando tuvo su segundo encuentro con Tapihritsa, quien se le apareció nuevamente rodeado de una masa de luz y le habló del siguiente modo:

—Has practicado lo que te he enseñado, de modo que te daré nuevas enseñanzas. Escucha con atención, esta enseñanza conduce a la liberación a los mejores de los seres humanos. Las tres importantes declaraciones que efectuaré ahora contienen la esencia de las ochenta y cuatro mil enseñanzas del dzogchen y el bön. Proceden del dharmakaya, a través de los nueve seres iluminados y los veinticuatro maestros. Son las enseñanzas más importantes del Bön. Si no conoces esta enseñanza eres como un ciego tratando de guiar a otro ciego.

Entonces le transmitió todo lo concerniente a la visión última, una enseñanza contenida en el texto titulado Las Seis Lámparas.

A la postre, en su tercer y último encuentro Tapihritsa transmitió a Gyerpungpa las enseñanzas denominadas los Ocho Preceptos y los Veintiún Clavos [Zerbu]. El segundo capítulo de este texto se titula "El reconocimiento de la base de todo" y contiene algunos consejos para comprender la diferencia entre la mente y la naturaleza de la mente, para reconocer la base-de-todo (kunzhi) y para afianzar y desarrollar la experiencia de la contemplación. Merece la pena que nos detengamos en esas recomendaciones ya que contienen las claves de la contemplación dzogchen.

Según diferentes comentaristas, hemos de entender estos nueve métodos como una profundización creciente de la contemplación, puesto que siempre se trata, claro está, del reconocimiento, la familiarización y la completa integración del cuerpo, la palabra y la mente con el estado natural.

Renunciar a las distracciones mediante los tres votos

Los tres votos se refieren al control de las acciones relativas a las tres puertas de cuerpo, palabra y mente (es decir, los movimientos del cuerpo, el habla o la respiración y los pensamientos). El primer voto consiste en no hacer nada en especial con el cuerpo. El segundo consiste en no hacer nada con la palabra ni la respiración —como repetir mantras o tratar de controlar la respiración de algún modo—, mientras que el tercero consiste en no hacer absolutamente nada con respecto a los pensamientos y las emociones.

Sin embargo, el mantenimiento de este triple voto no implica que debamos tratar de detener deliberadamente nuestras acciones físicas, palabras y pensamientos, sino que se trata más bien de descubrir el modo en que las acciones, las palabras y los pensamientos cesan por sí mismos de manera natural. Es como el descanso o el abandono que sucede al completo agotamiento cuando hemos efectuado un gran esfuerzo. Es el agotamiento que tiene lugar cuando constatamos que hemos llevado a cabo todas las actividades, palabras y pensamientos posibles.

En ese sentido, el maestro Drugyalwa Yungdrung aconseja que, para poner en práctica los tres votos y las tres relajaciones conjuntamente, debemos reflexionar primeramente sobre todas las acciones que hemos podido llevar a cabo con el cuerpo, la palabra y la mente desde el sin principio de los tiempos y, a continuación, preguntarnos adónde nos ha conducido todo eso. Aquí se incluyen tanto las acciones negativas como las positivas, puesto que todo acaba deviniendo inútil y convirtiéndose en causa de insatisfacción. Comprendiendo que no queda nada de todas esas acciones inagotables, palabras absurdas y pensamientos perturbadores, relajamos completamente el cuerpo, la palabra y la mente en la Gran Relajación, como un anciano que mira despreocupadamente cómo corren los caballos salvajes. Por esa razón, para acometer la contemplación del dzogchen, al principio es necesario poner fin a todas las actividades de cuerpo, palabra y mente, negativas, positivas o neutrales, incluyendo plegarias, mantras, concentraciones y visualizaciones.

Reposar la mente en la triple relajación

La liberación del cuerpo consiste en relajar todas las acciones del cuerpo en la no-acción, la liberación de la palabra consiste en relajar completamente el habla en el silencio, mientras que la liberación de la mente consiste en relajar todos los pensamientos y actividades mentales en el estado de no-pensamiento. Eso no significa, como decíamos en el apartado anterior, que debamos cortar deliberadamente nuestras acciones, palabras y pensamientos, sino más bien reconocer el estado de no-acción dentro de la acción, reconocer el gran silencio en el seno del sonido y reconocer el no-pensamiento en el mismo pensamiento.

Afianzar el reconocimiento de la base (rigpa) mediante los tres modos de permanencia (bzhag thabs gsum)

Hay que dejar ser las cosas sin esfuerzo mental alguno, hay que dejarlas ser tal como son en la Gran Naturaleza, hay que dejarlas ser sin intentar ningún ajuste ni cambio. Dicho de otro modo, hay que permanecer en la mente tal cual es sin cambiar el movimiento mental, permanecer en la esencia del estado natural y permanecer sin limitaciones en el estado natural. En suma, hay que dejarlo todo tal como es.

Cortar las tendencias kármicas mediante los tres no-seguimientos

No hay que seguir las acciones del cuerpo, la palabra o la mente, ni las posibles visiones que surjan, sino permanecer plenamente en el estado natural.

Sostener la continuidad y la familiaridad del rigpa mediante las tres cuerdas

Las tres cuerdas —o continuidades de la práctica— se refieren al afianzamiento de la contemplación y la familiaridad con el estado natural. La primera cuerda consiste en no distraerse con los pensamientos ni las visiones, sino mantener la contemplación continuamente. La segunda es no tratar de cambiar el estado natural, mientras que la tercera consiste en mantener la frescura de la contemplación.

Proteger la adulteración del significado mediante los tres ocultamientos

Primeramente, es muy recomendable practicar en soledad, ocultando el propio cuerpo como un animal salvaje que ha sido herido y permaneciendo centrado en el estado natural hasta que éste ha sido estabilizado. En segundo lugar, es mejor mantenerse en silencio como una lámpara dentro de una hornacina que el viento no puede perturbar. En tercer lugar, hay que proteger la mente sin seguir los objetos de los seis sentidos, permitiendo que la mente y los sentidos permanezcan en la base-de-todo (kunzhi), ocultos como la tortuga que se sumerge en las profundidades del océano.

Ejercitar la energía dinámica (tsel) del rigpa mediante las tres emergencias

Cuando la contemplación es suficientemente estable, debemos comenzar a integrar todas las acciones con el estado natural ejecutando primeramente pequeñas acciones, en las que podemos ejercitarnos sin perder la presencia del estado natural moviéndonos, recitando mantras u otras oraciones o generando distintos pensamientos, y constatando que el estado natural los abarca a todos. Las tres emergencias se refieren, más concretamente, a la emergencia de las diferentes acciones del cuerpo en el estado carente de acción, a la emergencia de las diversas manifestaciones de la palabra en el estado de silencio y la emergencia de los diferentes movimientos de la mente en el estado carente de pensamiento.

Relajarse en la no-dualidad mediante las tres liberaciones

Significa, básicamente, que independientemente de lo que hagamos, permanecemos siempre en el estado natural. En ese estadio, no es posible establecer diferencia alguna entre la mente y la naturaleza de la mente, entre el pensamiento y el no-pensamiento. De ese modo, todas las acciones del cuerpo se liberan o se disuelven en el estado sin acción del cuerpo, todas las palabras se liberan en el silencio y todos los pensamientos se liberan en el estado más allá del pensamiento. Por medio de esta triple liberación podemos comprender la igualdad fundamental que subyace tanto a la mente como a la naturaleza de la mente.

Mantener el resultado mediante los tres no-oscurecimientos

Una vez que se arriba a ese nivel de integración, las acciones no oscurecen el estado sin acción del cuerpo, las palabras no oscurecen el silencio y los pensamientos no oscurecen el estado natural más allá del pensamiento. [..]

Fernando Mora Zahonero
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