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[..] Todas las grandes cualidades de la budeidad 
-la sabiduría, la compasión y la capacidad para beneficiar a los demás- 
surgen de este despertar original. 
Volvamos a la palabra sangye, el termino tibetano para "buda", 
que literalmente significa "perfección purificada". 
La conciencia dualista manchada con los cinco venenos se purifica, 
mientras que la abundancia innata de las cualidades de sabiduría se perfecciona. 
A esto también se le llama despertar o iluminación.
Esto es, brevemente, la esencia o el mismo corazón de 
las "tres palabras que golpean el punto vital". 
Si quieres más detalles, puedes leer todo el Tripitaka, 
los comentarios de los maestros, los cien mil tantras ñingma, etc. 
Un gran maestro dijo una vez:
 " Todos los miles de volúmenes y escrituras 
han sido enseñados con el solo propósito de realizar las tres palabras". 
El único propósito de que el Buda diera enseñanzas
fue el de capacitarnos para reconocer nuestra naturaleza vacía y conocedora, 
entrenarnos en eso y lograr estabilidad.

El herrero puede mover su martillo en todas las direcciones, 
pero tiene que de­jarlo caer siempre en el yunque. 
Del mismo modo, el Buda dio todas las diferentes clases de enseñanzas, 
pero todas ellas se reducen al mismo punto. 
Aunque el he­rrero haga oscilar su martillo en el aire, 
siempre intenta golpear en un solo punto en el yunque. 
El martillo que golpea en este punto en el yunque es como 
"las tres palabras que golpean el punto vital".
Qué queremos decir por punto vital:
Si tú quieres matar a alguien, el cuerpo físico tiene sus puntos vitales, 
por ejemplo, el corazón. 
Si quieres matar o cortar la fuerza vital del pensamiento confuso, 
no hay otro método que reconocer la na­turaleza búdica. 
Cómo matarías a alguien si le cortas los brazos y las piernas no lo matarás de verdad, 
no es así Apuñalándolo en un pie tampoco lo matarías. 
Pero si lo apuñalas perfectamente en el corazón, 
en el mismo momento en el que saques el puñal, tu víctima ya estará muerta.
Si quieres matar la confusión del samsara, tu arma son esas tres palabras.

Hay otro proverbio de Kham sobre una montaña llamada Ngomo Langtang, 
que está en el linde de una vasta planicie.
Cuando se anda hacia la montaña, 
siem­pre parece que se está justo enfrente de ella, 
sin importar cuán lejos se esté, 
"a un día de marcha es visible, a dos más de marcha es visible". 
La distancia es tan vasta que parece que nunca te acercas. 

Victor Olenev http://www.arthealing.org/
Del mismo modo, 
cuando doy enseñanzas hablo precisamente este punto y 
cuando doy otra enseñanza de nuevo vuelvo a hablar justo de ello. 
Es como el gorgorito de un pequeño gorrión. 
Un gorrión gorgoritea del mismo modo cada día. 
Mi enseñanza siempre es la misma. 
Yo gorgoriteo un día y al día siguiente hago justo el mismo gorgojeo. [..]


El maestro dijo:
Si practicas el dharma, necesitas observar ocho clases de silencio.
La dama preguntó: Cuáles son
El maestro dijo: Para observar el silencio del cuerpo, 
permanece en lugares de retiro sin caer en extremo alguno. 
Haciendo esto te apartarás de la pasión y de la agresión.

- Para observar el silencio de la palabra, permanece como un mudo.
Haciendo esto no te distraerás de la práctica espiritual chismorreando con otros.

- Para observar el silencio de la mente, no permitas ser gober­nado 
por el pensamiento discursivo y las distracciones.
Esto te permitirá permanecer en la naturaleza innata del dharmakaya más allá del pensamiento.
- Para observar el silencio de los placeres sensoriales, abando­na los conceptos de alimento puro e impuro.
Esto hará tu vida simple y será causa de que las dakinis se reúnan.


- Para observar el silencio de las instrucciones orales, no las des a personas inadecuadas.
Esto te permitirá recibir las bendi­ciones del linaje.

- Para observar el silencio de la conducta, actúa espontánea­mente y sin hipocresía.
Esto te permitirá progresar y evitará que tu mente acumule oscurecimientos.
- Para observar el silencio de la experiencia, permanece libre de apego o fascinación 
por tus experiencias y no las comentes con los demás.
Esto te permitirá alcanzar el siddhi de mahamu­dra en esta vida.

- Para observar el silencio de la realización, permanece libre de ambición y
 reposa sin caer en extremo alguno.
Esto te permi­tirá ser liberado instantáneamente en el momento de la realiza­ción.
En general, la gente que no puede practicar ni siquiera el tiempo que dura una comida, 
que son incapaces de permanecer en silencio hasta que la sesión de recitación ha finalizado y no pueden mantener sus parlanchinas bocas cerradas, no tendrán el más mínimo éxito en guardar silencio. [..]



[..] El hecho de que en el atiyana-dzogchén el verdadero maestro sea el aspecto Visión o tawa de la vía, y de que el compromiso consista en encontrarse más allá del juicio y por ende de pensar en términos de preceptos, no significa que, cuando el individuo no logre mantener la Contemplación y en ella o él se manifieste la valorización-absolutización delusoria no exista compromiso alguno con el maestro y con los otros practicantes.194 La relación entre el maestro y sus estudiantes se extiende hasta la realización final, de modo que en la mayoría de los casos va mucho más allá de la tumba. 

También el hecho de que distintos practicantes sigan la misma enseñanza y tengan el mismo maestro, 
o de que realicen juntos una práctica en el estado de Contemplación, 
una relación entre ellos que dura hasta la realización final. 
Este tipo de relación se compara con la existente entre personas que están juntas en el mismo bote con la intención de llegar a la otra orilla: si dañan el bote o se ponen a pelear entre sí en medio del río, los resultados pueden ser extremadamente negativos. A las personas que quieren llegar a la otra orilla —el nirvana— en el bote de la enseñanza de un cierto maestro, se las conoce como hermanos y hermanas vajra. Ellas deben colaborar y respetarse entre sí; de hecho, si la colaboración y el respeto están presentes, no se crearán dificultades mayores, aunque puedan ocurrir incidentes menores.
Ahora bien, el hecho de que vayamos en el mismo barco con un respetado maestro y con nuestros hermanos y hermanas vajra, sobre todo cuando el barco en cuestión está asociado a la enseñanza que consideramos como la suprema, implica el peligro de usar nuestra pertenencia al grupo que consideramos como el más especial, dirigido por el maestro más importante, para mejorar nuestro sentido de identidad e inflar nuestro pecho con orgullo. Esto es especialmente peligroso en el momento actual, cuando el budismo tibetano se ha transformado en la forma de espiritualidad más chic de Hollywood y de la cultura pop, y se ha llegado a conocer ampliamente que el dzogchén constituye la enseñanza suprema de esa forma de budismo.
En tales condiciones, ser practicante de budismo tibetano y en particular de dzogchén puede ser un signo de estatus, y la condición de «viejo practicante» puede conferir al individuo un sentido de identidad todavía más elevado. Ahora bien, mejorar el propio sentido de identidad por medio de la práctica del budismo implicaría usar la enseñanza que conduce más allá del samsara para ascender temporalmente a los reinos superiores de éste, empujando egoistamente hacia abajo a los no-budistas, o a quienes no pertenezcan a nuestro grupo. Sería sumamente triste que empleásemos el dzogchén para dar rienda suelta a los impulsos que el budismo y la enseñanza dzogchén deberían permitirnos superar. [..]

[..]194 De hecho, al juzgar al maestro y/o a los otros practicantes estaríamos violando el samaya del dzogchén, que exige continuar ininterrumpidamente en el estado de rigpa o Verdad más allá de todo juicio y de todo tipo de dualismo. Por esto se dice que este samaya con el maestro no se encuentra totalmente aparte del ya considerado. [..]
Parte I. Budismo
[..] El samaya del dzogchén, 
exige continuar ininterrumpidamente en el estado de rigpa o Verdad
más allá de todo juicio y de todo tipo de dualismo.
 
Como señala Namkhai Norbu en 
La vía de autoliberación y nuestra total plenitud y perfección, 
mientras que en la vía tántrica 
se habla de diez principios esenciales que son:
 la transformación en la divinidad, 
el uso del mantra, los mudra, el samadhi, las ofrendas, 
el samaya y así sucesivamente, 

en la enseñanza dzogchén se habla de 
las «diez nadas» o «diez ausencias», 
que no es otra cosa que la negación 
de los diez principios esenciales del tantrismo. 

La enseñanza dzogchén niega el principio tántrico del samaya, 
no porque en ella no exista tal principio, 
sino porque su tipo de samaya 
es muy distinto del que existe en el tantrismo 
—y sobre todo porque cumplirlo 
implica encontrarnos en un estado libre de juicios, 
¡lo cual implica que no podemos emitir un juicio 
acerca de si estamos o no cumpliendo nuestro compromiso—. 

De hecho, el principio del samaya de la enseñanzas dzogchén 
se explica en términos de los «cuatro mepa»190 o «no hay»: 
(1) «no hay samaya»; 
(2) «Presencia no-dual ininterrumpida»;191 
(3) «Estado único», y
(4) «autoperfecto» o «lhundrub».192 

El primero es «mepa» o «no hay samaya» porque, 
a fin demantener ciertos preceptos, 
tendríamos que hacer funcionar el observador mental 
que juzga nuestra conducta, 
lo cual interrumpiría el estado de rigpa o Verdad 
que los otros tres principios nos obligan a mantener: 
como ha señalado Namkhai Norbu, 
estos tres pueden resumirse en la frase 
«siempre en la Presencia no-dual (del) estado único de Verdad y 
su autoperfección o lhundrub». 

Fue por estos mismos motivos que Tilopa
 dijo a Naropa 
a orillas del Ganges que :
«el samaya supremo se viola 
al pensar en términos de preceptos».

En el dzogchén cumplir con el samaya no es otra cosa, pues, 
que encontrarnos en el estado de rigpa o Verdad sin distraernos, 
e integrar todas las experiencias en dicho estado. 
Si no podemos evitarlo y nos distraemos, 
ello no significa que debamos sentirnos culpables 
por haber roto el samaya, 
pues sentir culpa también 
constituiría una violación del samaya 
en la medida en que implicaría 
la valorización-absolutización delusoria de un juicio: 
dicho samaya es «sin culpa» en la medida en que implica 
la superación del observador mental 
que juzga la conducta del individuo. 
El estado de rigpa o Verdad, como el espejo, 
se encuentra libre de la dualidad sujeto-objeto, 
del juicio de valor que aprueba o reprueba, 
de la aceptación y del rechazo. 

Sin embargo, 
ello no significa que debamos permitirnos la distracción; 
al notarla, 
tenemos que volver a la Presencia no-dual 
en el estado de rigpa o Verdad. 
Namkhai Norbu cuenta que una vez alguien preguntó 
al famoso maestro de dzogchén Iungtön Dorlle Pel
 en qué consistía su práctica, 
y éste contestó con el negativo «mepa» o «no hay».
Entonces su interlocutor volvió a preguntar asombrado
«¿entonces no meditas?», 
a lo que el maestro respondió 
«¿y cuándo estoy distraído? 

Esta es la esencia del samaya en la enseñanza dzogchén:
no meditar ni practicar algo con la mente y, 
sin embargo, jamás encontrarse distraído, 
pues se permanece ininterrumpidamente 
en la condición autoperfecta del 
estado único de rigpa o Verdad.

El hecho de que en el atiyana-dzogchén
el verdadero maestro sea el aspecto Visión o tawa de la vía, 
y de que el compromiso consista en encontrarse más allá del juicio
y por ende de pensar en términos de preceptos,
no significa que,
cuando el individuo no logre mantener la Contemplación
y en ella o él se manifieste la valorización-absolutización delusoria
no exista compromiso alguno con el maestro y c
on los otros practicantes.[..]

valga la redundancia:
El samaya del dzogchén, 
exige continuar ininterrumpidamente 
en el estado de rigpa o Verdad
más allá de todo juicio y de todo tipo de dualismo.
http://webdelprofesor.ula.ve/humanidades/elicap/es/Principal/Libros
[..] Después de recibir las iniciaciones, aunque no seas un gran practicante, 
debes mantener la conexión respetando estos preceptos. 
Pero si logras conservar los sa­mayas intactos, después de la muerte, 
cuando vagues por el estado del bardo, 
poseerás las seis recolecciones: recordar al gurú, 
las instrucciones orales, la deidad yidam y demás. 
No obstante, alguien que daña y rompe sus compromisos de sa­maya, 
vivirá la experiencia de estar envuelto en una densa niebla, 
que será la causa de un gran desconcierto. 
En el bardo, no sabrá qué hacer, en qué creer o por dónde transitar. 
Sin duda, 
esta persona será incapaz de recordar qué es lo más importante en relación con las seis recolecciones.
Quizás no hayas hecho mucha meditación en la deidad yidam 
o tal vez no hayas realizado muchas recitaciones de mantras. 
Incluso así, 
si has mantenido una confianza sincera y no has roto tus samayas, 
puedes beneficiarte de la cuádruple libe­ración del mantra secreto en el bardo, 
y avanzar hacia caminos más elevados. 
Esta cuádruple liberación es la liberación por medio de ver, oír, recordar y tocar. 
Estas no son posibles para alguien que arroja los compromisos sagrados de los samayas a los vientos y 
exclama pretenciosamente: "Soy un meditador, tengo logros".
Las cuatro liberaciones dependen incuestionablemente de la pureza de los samayas. 

Por tanto, 
es mucho mejor ser un simple meditador que no ha violado su samaya,
aunque no se posea particularmente una visión elevada o una meditación profunda. 
Por medio de los compromisos de sus samayas intactos es capaz de viajar a lo largo del directo camino hacia la liberación del samsara y la completa iluminación.
Cuando miramos a nuestro alrededor, 
las consecuencias de las acciones de la gente y su preservación o 
quebrantamiento del samaya
no es algo que inmediata­mente sea visible.

Es posible que pensemos: 
¡Mis votos están íntegros e intactos; 
no he roto ninguno, soy puro y limpio, soy una persona virtuosa! 
Si seguimos con esta pretensión, 
seremos absolutamente incapaces de ver nuestras faltas. 
Pero, desafortunadamente, 
dañamos y violamos repetidamente los samayas. 
Necesita­mos darnos cuenta de nuestras faltas 
para ser capaces de ponerles un remedio; 
esto es importante.
Ten un poco de sentido común y piensa bien en esto. 

Comprende que los sa­mayas dañados te perjudicarán en tus vidas futuras. 
Para tratar con este tema tienes que darte cuenta de tus propios defectos, 
verdad Sin admitir ninguna falta personal, 

es como dice Yamgon Kongtrul en Llamando al lama desde lejos: 

"Aun­que mis faltas sean tan grandes como una montaña, 

las escondo dentro de mí. 

Aunque las faltas de los otros 
son tan pequeñas como una semilla de mostaza, 
las proclamo por doquier. 

Aunque no poseo ninguna buena cualidad, 
pretendo ser virtuoso". 

La mayoría de la gente cae en este defecto.
Gampopa también dijo:
"Cuando no practicas correctamente el darma, 
se con­vierte en una causa para volver a los reinos inferiores". 
Esto es muy cierto. 

Practicar el dharma correctamente quiere decir guardar puros los samayas, 
desarrollar devo­ción hacia aquellos que están en una posición más elevada 
y compasión hacia los que están por debajo, y ser siempre diligente en todo momento. 
El entrenamiento más alto es reconocer la joya que satisface todos los deseos, que es tu propia mente. 
Cuando hagas todo esto, serás capaz de cruzar con seguridad a través del bardo. 
Allí, por medio de la amabilidad de la cuádruple liberación, tendrás éxito en cruzar el bardo.
De lo contrario, una vez llegues al bardo no encontrarás a nadie con quien puedas ser pretencioso, 
puedas mentirle o engañarle.

Es igual que la metáfora del "espejo revelador" 
que claramente muestra todas tus acciones. 
El fracaso o el éxito en el bardo dependen en última instancia 
de la integridad de tus samayas. 
Aquellos que han guardado puros los samayas podrán, 
por medio de la liberación cuádruple anteriormente mencionada, 
escapar definitivamente de seguir vagando por los tres reinos inferiores.
Puedes tener un nivel muy elevado de visión y realización, 
puedes haber obtenido un cierto nivel de experiencia 
y poseer varios tipos de conocimientos supremos sin mácula, 
pero en el momento en que quebrantes tus samayas, 
siento decirte que vuelves a caer en picado otra vez. 
No hay otra salida, el camino del progreso queda obstruido.

Examina constantemente tus propios defectos. 
Ignora las faltas de los demás. 
Mantén lo siguiente: 

"¡Ya sean puros o incorrectos, no es asunto mío!". 

Sé tu propio maestro, 
mantén un estricto control sobre ti mismo. 

¡Eso es suficiente! 

Entonces,
no habrá ninguna oportunidad para que se cuele un solo error.
 
Por otro lado, quizás quieras ir a un lugar que en la tradición del sutra es co­nocido como el Infierno del Tormento Incesante y en la tradición del mantra se­creto como el Infierno Vajra. 
El único modo de llegar allí es rompiendo tus samayas. 
Incluso acciones malévolas corrientes muy negativas, 
no son suficientes para renacer en los infiernos vajra. 
No puedes ir allí a menos que quebrantes los samayas. 
Esta es la inflexible realidad de los samayas. 

Así pues, si quieres hacer una excursión a los infiernos vajra, 
primero tienes que romper de un modo dili­gente tus samayas, 
ya que ¡las faltas corrientes y obscurecimientos no son sufi­cientes para llevarte allí! [Rimpoché se ríe]. 

Entonces, conseguirás ver el Infierno Vajra,
junto con los otros Dieciocho infiernos que están incluidos gratuitamente en el lote. 
Pero si lo que quieres es visitar el Darmadatu de la tierra de buda Aka­nishta,
tienes que mantener los samayas con pureza. 
Esta es la autentica verdad en relación al hecho de guardar o romper los samayas.[..] 

Samaya intacto.

 
[..] Yo, que soy vuestro anciano padre, no tengo ninguna cuali­dad excepto una. 
Mis maestros raíces, eruditos y realizados, fueron Padmasambhava en persona. 
Nunca hice ni una sola co­sa que les decepcionara, 
nada que pudiesen considerar ni lige­ramente inapropiado, 
ni en ningún caso nada que se opusiese a sus deseos. 
Este es mi mayor logro; mi samaya está intacto. 
Y confieso que con un linaje tan puro, 
me siento satisfecho con­migo mismo. 
Eso no es algo frecuente en nuestros días.
 De las aproximadamente dos mil personas que están ahora recibiendo estas iniciaciones y transmisiones, 
hay treinta y sie­te tulkus y cerca de sesenta abades, profesores y maestros. 
La mayoría son miembros de las sanghas monástica y tántrica, practicantes del Dharma. 
Alrededor de la cuarta parte de los aquí reunidos son laicos, hombres y mujeres. 
En el pasado, 
no se acostumbraba a dar las profundas iniciaciones de los Mantras Secretos abiertamente 
a un número tan elevado de perso­nas. 
Únicamente se les daba a quienes se tenía la certeza de que las practicarían 
y que serían capaces de guardar los samayas.
      Chos dred. lit. «Oso del Dharma». 
Expresión tibetana que se refiere a alguien que conoce el Dharma (quizás muy bien) pero que no lo ha asimilado y, debi­do a esa negligencia, se vuelve impermeable al maestro y a las enseñanzas.[..]

Samayas raices del Vajrayana.

[..]En el Vajrayana se observan tres samayas principales o raíz:

a. Todas las formas como deidad. (ser no-dual)
b. Todos los sonidos como mantras
.
c. Todas las mentes como Dharmadatu
.

Cuando nuestra mente está realmente desarrollada hasta ese punto, no hay posibilidad de cometer errores.

Todo error o samaya roto es el resultado de apartarse de estos tres samayas raíz.[..]




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