[..] Ekayati es la protectora más importante 
de las enseñanzas vajrayana, 
espe­cialmente de los tantras internos y las termas. 
Se la conoce como la protectora del mantra,
 pues ayuda al practicante a 
descifrar los códigos simbólicos de la daki­ni, 
y determina adecuadamente los tiempos y 
las circunstancias apropiados
 para la revelación de las enseñanzas tántricas. 


Puesto que comprende enteramente los textos y 
los mantras que tiene bajo su cuidado, 
recuerda al practicante lo preciosos y secretos que son.
Ekajati esta considerada como la Reina del Mantra y 
el primer principio de la daki­ni,
 el mantra protector (ngak sungma). 
Su nombre significa "un moño" (ralchigma) y 
su pelo esta arreglado en un solo rodete, 
con un rizo turquesa en la frente. 
Esta y sus otras características significan 
su ardiente fidelidad a la no-dualidad. 
El único ojo de Ekajati mira hacia el incesante espacio, 
un único colmillo atraviesa los obs­táculos, un único pecho
 "alimenta a los practicantes supremos como a [sus] hijos". 
Está desnuda como la conciencia misma, 
a excepción de una vestidura de nubes blancas y 
una piel de tigre que rodea su cintura. 
La piel de tigre es el atuendo del siddha realizado, 
y significa Iluminación intrépida. 
Está ornamentada con serpien­tes y
 una guirnalda de cabezas humanas. 
En algunas representaciones se apoya sobre una sola pierna. 
Su cuerpo es de color oscuro, marrón o azul oscuro.
Ekajati reposa sobre un mandala llameante de forma triangular.

 Está rodeada por un séquito aterrador de demonias mamo 
que cumplen sus órdenes en bene­ficio de las enseñanzas secretas, 
y emana de su mano izquierda 
un séquito de cien feroces lobas de hierro. 
Ekajati se ha comprometido a ser 
"una flecha de aten­ción" que despierta y 
refresca a los practicantes perezosos o desanimados. 
Con los practicantes poco respetuosos o 
insolentes es airada y aterradora, 
y tiene el compromiso de matar sus egos y de conducirles al darmadatu, 
o la realización últi­ma misma. 
En su mano derecha sostiene el corazón, desentrañado y sangrante, 
de aquellos que han traicionado sus votos vajrayana.

 Al caer el sol, los practicantes vajrayana le hacen súplicas
 a la vez que le piden ayuda y
protección para la integridad de las enseñanzas y de la práctica.
En las hagiografías, cuando se aparece ante los yoguis, 
Ekajati es especialmen­te airada.
 Habla con chillidos agudos y penetrantes,
 sus ojos hierven y sus colmi­llos rechinan. 
En algunas apariciones adopta un tamaño que dobla al humano, 
blan­diendo armas y
 siendo atendida por brujas empapadas de sangre.

 Tener visiones de ella se considera sumamente auspicioso, 
algo digno de atesorar. 
A lo largo de su vida,
Lushül Khempo Kónchok Drónme 
llevó consigo la visión de una mujer fea, 
vieja y enfadada, en la que meditaba constantemente 
considerándola como un ser divino. 

Al final de su vida, 
la anciana se transformó en una visión pura de Ekajati,
 la protectora de los tantras.
A Ekajati se la conoce como la protectora de las enseñanzas terma,
junto con los protectores Vajrasadhu (Dorje Lekpa) y Rahula.
Pero dado que las enseñanzas tesoro
están particularmente asociadas con las dakinis,
 Ekajati es especialmente importante.
Ekajati protege sobre todo al dsogchen,
 las enseñanzas más estrechamente custodiadas del budismo tibetano. 

Se dice que el propio Srisimha 
confió las enseñanzas Ñingthik al cuidado de esta dakini.
 Atípicamente, 
Ekajati ofreció guía personal al gran maestro Longchempa,
 quien inició la diseminación
 de determinadas enseñanzas de Dzogchen. 
En su trigésimo segundo año,
Ekajati se apareció ante Longchempa y
supervisó todos los detalles del ritual iniciático
 del Corazón Esencial de las Dakinis (Khandro Ñingthik),
 insistiendo en que se usara una pluma de pavo real y
se eli­minara una jofaina innecesaria.

Mientras Longchempa efectuaba el ritual,
 Ekajati asentía con la cabeza en signo de aprobación,
pero corrigió la pronunciación del yogui.
Cuando Longchempa recitó el mantra,
Ekajati le exhortó diciendo: "Imítame",
y cantó el mantra entonando una extraña y
armoniosa melodía en el lenguaje de la dakini.
Más tarde se apareció ante la asamblea y danzó jubilosamente,
 pro­clamando la aprobación de Gurú Rimpoché y de las dakinis.

En nombre de la tradicion: 
fundadoras de nuevos linajes de enseñanza

La iniciación de nuevos linajes de enseñanza es una importante
 responsabilidad de las dakinis de sabiduría. 
Por ser ellas las protectoras del tantra, 
son a menudo la fuente de nuevas enseñanzas 
que custodian furiosamente 
hasta que maduran las circunstancias para su diseminación. 

Algunas veces reciben enseñanzas 
de los reinos de las dakinis iluminadas, como Uddiyana,
o sirven como intermediarias para otros reinos celestiales. 
Otras veces,
 tienen bajo su custodia textos descubiertos 
que todavía tienen que propagarse.
En cualquier caso,
algunas de las prácticas más populares de Tíbet
se originaron con la transmisión de las dakinis.

Por ejemplo,
el famoso mantra de seis sílabas de Avalokitesvara,
Om mani padme hum, fue
su función en el inicio de nuevos ciclos de enseñanzas 
se puede ver en el núme­ro de colofones de textos 
que exhiben preeminentemente nombres de dakinis. 
Pero también puede entenderse a la luz de nuestra discusión
 sobre la subjetivi­dad espiritual. 
Así como las dakinis son las que imparten las nuevas enseñanzas, 
también es la dakini quien las recibe
 —la realización interna del practicante tán­trico—.

 Como señaló Khempo Jigme Phüntsok, 
las palabras del texto terma de Jigme Lingpa
 fueron escritas para las dakinis,
 la espiritualidad más secreta de aque­llos que las leen. 
Cuando se realizan las enseñanzas tántricas, 
es la dakini interior de cada practicante quien las recibe y,
por consiguiente, está realizada.[..] 
                                                                        * Basado en extractos del libro Judith Simmer-Brown.