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La verdadera libertad en la cotidianidad.


La verdadera libertad
no reside en: 
"hacer lo que uno quiere en todo momento", 
sino en la capacidad,
que confiere
la presencia de la conciencia responsable,
permitiendo "no hacer o dejar de hacer",
todo lo que a uno
le pasa por la mente a cada instante,
y que lo distrae o distancia 
de las verdaderas ocupaciones,
que en lo mas profundo del corazón 
cada cual sabe que son su prioridad.

Aunque estas, por lo general 
son las que aparentemente pueda parecer
que mas esfuerzo cuesten de realizar 
y una sensación desagradable se apodere de cada cual,
nada mas concebir que tiene
que remangarse los puños de la camisa
y sin dilación ocuparse de ellas. 

Es demasiado sencillo y tentador
el sucumbir a la escapatoria fácil 
de: distraerse y postergar 
buscando la satisfacción rápida a corto plazo 


Son estas, las tareas que sin duda 
sabemos que son nuestra prioridad real
y que mas nos cuestan ponernos a realizar,
las que con la mayor presteza 
nos tienen que servir para nuestra practica
y con la mayor relajación realizar sin distraccion
integrando todo lo aparentemente negativo 
que en nuestro foro interno nos aleja 
de ocuparnos de ellas,
aplicando las instrucciones con conviccion, autoconfianza, 
conviene en centrarse en ellas en primer lugar,
no permitiendonos la mas mínima distracción,
y no descansar hasta verla concluida en su totalidad.

Segun mi punto de vista un verdadero yogui dzogchen
nunca postergaria ninguna tarea prioritaria
ya que no caeria en el dualismo de distraerse 
con algo diferente de lo que sabe que es su verdadera ocupación.

Aunque en el caso de que se morara en rigpa
cualquier "hacer" que se generase en este estado
siendo espontaneo "estando bien o todo bueno",
no siempre se está morando verdaderamente en rigpa,
aunque se pueda creer que así es,
con lo cual, 
esta "espontaneidad en el hacer" 
hay que mirarla con lupa,
ya que de otra manera 
estaríamos cayendo en el autoengaño,
poniéndonos unos grilletes mayores
de los que tendríamos 
en el caso de saber 
que aun no comprendemos 
el verdadero significado de las enseñanzas,
"siempre es mas útil
el saber que algo no se sabe,
a creer que se sabe,
y no saberlo".

Además,
nada de lo que se aplica o referencia
cuando se está morando en rigpa,
sobre cualquier movimiento de alguna 
de las tres puertas (mente, voz, cuerpo),
tendría sentido si no se está residiendo* 
en el estado primordial, pura presencia no-dual.

*no me refiero a que el yo, 
la mas absoluta ilusión resida o 
deje de residir en el estado primordial,
claro esta, con estar residiendo 
me refiero a Rigpa, 
el verdadero aspecto no dual de la realidad
y todo el universo,
donde el espúreo sujeto mental, 
el yo, parásito, etc, 
que orquesta el error 
a través de los tres tipos de pensamiento no esta activo.
Dicho esto, tampoco entiendan que no hay pensamientos,
estos siempre surgirán, la fulminante diferencia 
es que todos y cada uno de ellos 
es reGnonocido* como lo que verdaderamente es, 
los pensamientos siempre estarán ahí, 
lo que marcara la diferencia 
es el grado de desarrollo del mecanismo interno 
que tenemos para reconocer su verdadero aspecto, 
lo mencionado y el error son incompatibles.
*[..]reGnociendo 
(o sea, se reconoce más allá
de la dualidad sujeto-objeto y la conceptuación) 
la verdadera condición de estos pensamientos.[..]
[..] El samaya del dzogchén, 
exige continuar ininterrumpidamente en el estado de rigpa o Verdad
más allá de todo juicio y de todo tipo de dualismo.
 
Como señala Namkhai Norbu en 
La vía de autoliberación y nuestra total plenitud y perfección, 
mientras que en la vía tántrica 
se habla de diez principios esenciales que son:
 la transformación en la divinidad, 
el uso del mantra, los mudra, el samadhi, las ofrendas, 
el samaya y así sucesivamente, 

en la enseñanza dzogchén se habla de 
las «diez nadas» o «diez ausencias», 
que no es otra cosa que la negación 
de los diez principios esenciales del tantrismo. 

La enseñanza dzogchén niega el principio tántrico del samaya, 
no porque en ella no exista tal principio, 
sino porque su tipo de samaya 
es muy distinto del que existe en el tantrismo 
—y sobre todo porque cumplirlo 
implica encontrarnos en un estado libre de juicios, 
¡lo cual implica que no podemos emitir un juicio 
acerca de si estamos o no cumpliendo nuestro compromiso—. 

De hecho, el principio del samaya de la enseñanzas dzogchén 
se explica en términos de los «cuatro mepa»190 o «no hay»: 
(1) «no hay samaya»; 
(2) «Presencia no-dual ininterrumpida»;191 
(3) «Estado único», y
(4) «autoperfecto» o «lhundrub».192 

El primero es «mepa» o «no hay samaya» porque, 
a fin demantener ciertos preceptos, 
tendríamos que hacer funcionar el observador mental 
que juzga nuestra conducta, 
lo cual interrumpiría el estado de rigpa o Verdad 
que los otros tres principios nos obligan a mantener: 
como ha señalado Namkhai Norbu, 
estos tres pueden resumirse en la frase 
«siempre en la Presencia no-dual (del) estado único de Verdad y 
su autoperfección o lhundrub». 

Fue por estos mismos motivos que Tilopa
 dijo a Naropa 
a orillas del Ganges que :
«el samaya supremo se viola 
al pensar en términos de preceptos».

En el dzogchén cumplir con el samaya no es otra cosa, pues, 
que encontrarnos en el estado de rigpa o Verdad sin distraernos, 
e integrar todas las experiencias en dicho estado. 
Si no podemos evitarlo y nos distraemos, 
ello no significa que debamos sentirnos culpables 
por haber roto el samaya, 
pues sentir culpa también 
constituiría una violación del samaya 
en la medida en que implicaría 
la valorización-absolutización delusoria de un juicio: 
dicho samaya es «sin culpa» en la medida en que implica 
la superación del observador mental 
que juzga la conducta del individuo. 
El estado de rigpa o Verdad, como el espejo, 
se encuentra libre de la dualidad sujeto-objeto, 
del juicio de valor que aprueba o reprueba, 
de la aceptación y del rechazo. 

Sin embargo, 
ello no significa que debamos permitirnos la distracción; 
al notarla, 
tenemos que volver a la Presencia no-dual 
en el estado de rigpa o Verdad. 
Namkhai Norbu cuenta que una vez alguien preguntó 
al famoso maestro de dzogchén Iungtön Dorlle Pel
 en qué consistía su práctica, 
y éste contestó con el negativo «mepa» o «no hay».
Entonces su interlocutor volvió a preguntar asombrado
«¿entonces no meditas?», 
a lo que el maestro respondió 
«¿y cuándo estoy distraído? 

Esta es la esencia del samaya en la enseñanza dzogchén:
no meditar ni practicar algo con la mente y, 
sin embargo, jamás encontrarse distraído, 
pues se permanece ininterrumpidamente 
en la condición autoperfecta del 
estado único de rigpa o Verdad.

El hecho de que en el atiyana-dzogchén
el verdadero maestro sea el aspecto Visión o tawa de la vía, 
y de que el compromiso consista en encontrarse más allá del juicio
y por ende de pensar en términos de preceptos,
no significa que,
cuando el individuo no logre mantener la Contemplación
y en ella o él se manifieste la valorización-absolutización delusoria
no exista compromiso alguno con el maestro y c
on los otros practicantes.[..]

valga la redundancia:
El samaya del dzogchén, 
exige continuar ininterrumpidamente 
en el estado de rigpa o Verdad
más allá de todo juicio y de todo tipo de dualismo.
http://webdelprofesor.ula.ve/humanidades/elicap/es/Principal/Libros
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