[..] El Buda no afirmó haber descubierto algo nunca antes conocido,
sino tan solo haber encontrado la verdad «de los rishis de antaño».
Los rishis eran quienes habían accedido a la visión directa
de la verdadera naturaleza de la realidad y,
en particular, los autores de los Upanishad,
últimos textos y cúspide del período védico,
que serían aceptados más adelante
por lo que se conocería como el «hinduismo» en su totalidad.
Sin embargo, en sus enseñanzas,
el Buda se apartó de las doctrinas en la base del hinduismo,
pues su objetivo era prevenir desviaciones
como las que había observado en sus dos maestros y,
en particular, dejar bien claro
que todo estado producido tarde o temprano se disolvería y,
en consecuencia,
no podría bajo ningún respecto representar una solución definitiva
y auténtica al desasosiego que lo había impulsado a abandonar
su posición social privilegiada y al problema de la vida:
el nacimiento conducía a la muerte
y la única solución definitiva de la condición humana
podía ser el descubrimiento
de lo no-nacido, inoriginado e incondicionado.
Al concepto védico de atman (alma o sí-mismo)
opuso su concepto de anatman (ausencia de un alma o sí-mismo),
negando la substancialidad, no sólo del alma individual (jivatman),
sino también de un alma universal (paratman):
toda alma era vacía en el sentido
de carecer de verdad entendida como autoexistencia.
Y en la orden que fundó aceptó
a individuos de todas las castas y de ambos géneros,
negándose a reconocer las diferencias consagradas
por la tradición védica en la base del hinduismo
y de la organización social hindú.
En breve,
había nacido un sistema místico-filosófico
y una religión independiente.
En efecto,
como se aprecia claramente
en las siguientes palabras del Kalama sutra,
las actitud crítica del budismo
es más propia de la filosofía que de la religión:
el Buda se apartó de las doctrinas en la base del hinduismo,
pues su objetivo era prevenir desviaciones
como las que había observado en sus dos maestros y,
en particular, dejar bien claro
que todo estado producido tarde o temprano se disolvería y,
en consecuencia,
no podría bajo ningún respecto representar una solución definitiva
y auténtica al desasosiego que lo había impulsado a abandonar
su posición social privilegiada y al problema de la vida:
el nacimiento conducía a la muerte
y la única solución definitiva de la condición humana
podía ser el descubrimiento
de lo no-nacido, inoriginado e incondicionado.
Al concepto védico de atman (alma o sí-mismo)
opuso su concepto de anatman (ausencia de un alma o sí-mismo),
negando la substancialidad, no sólo del alma individual (jivatman),
sino también de un alma universal (paratman):
toda alma era vacía en el sentido
de carecer de verdad entendida como autoexistencia.
Y en la orden que fundó aceptó
a individuos de todas las castas y de ambos géneros,
negándose a reconocer las diferencias consagradas
por la tradición védica en la base del hinduismo
y de la organización social hindú.
En breve,
había nacido un sistema místico-filosófico
y una religión independiente.
En efecto,
como se aprecia claramente
en las siguientes palabras del Kalama sutra,
las actitud crítica del budismo
es más propia de la filosofía que de la religión:
«No creáis en la fuerza de las tradiciones,
por más que se las haya honrado desde hace muchas generaciones
y en muchos lugares;
no creáis algo porque muchos hablen de ello;
no creáis en la fuerza de los sabios de antaño;
no creáis lo que vosotros mismos hayáis imaginado,
creyendo que un dios os ha inspirado.
No creáis en nada sólo porque lo sostenga la autoridad
de vuestros maestros o sacerdotes.
Luego de examinarlo,
creed sólo lo que vosotros mismos hayáis experimentado
y reconocido como razonable,
y que resulte en vuestro bien y en el bien de otros.»
por más que se las haya honrado desde hace muchas generaciones
y en muchos lugares;
no creáis algo porque muchos hablen de ello;
no creáis en la fuerza de los sabios de antaño;
no creáis lo que vosotros mismos hayáis imaginado,
creyendo que un dios os ha inspirado.
No creáis en nada sólo porque lo sostenga la autoridad
de vuestros maestros o sacerdotes.
Luego de examinarlo,
creed sólo lo que vosotros mismos hayáis experimentado
y reconocido como razonable,
y que resulte en vuestro bien y en el bien de otros.»
La primera enseñanza del Buda,
que surgió espontáneamente
en un encuentro con cuatro antiguos compañeros de ruta,
fue la de las Cuatro Nobles Verdades:
(1) La vida,
como nosotros la vivimos normalmente,
es duhkha:
como nosotros la vivimos normalmente,
es duhkha:
falta de plenitud, insatisfacción, frustración
y recurrente dolor y sufrimiento.
y recurrente dolor y sufrimiento.
(2) Hay una causa del duhkha,
que es el trishna o sed de existencia inherente
al creerse un yo substancial.
al creerse un yo substancial.
(3) Hay una superación del duhkha,
que es el nirvana o cesación de la sed de existencia
y de la ilusión de ser un yo substancial.
y de la ilusión de ser un yo substancial.
(4) Hay un sendero por el cual se pueden superar
las dos primeras Verdades alcanzando la Tercera.[..]
y las tres principales vías o vehículos del budismo
Como hemos visto,
la cuarta noble verdad es el sendero
que conduce a superar las dos primeras verdades,
alcanzando la tercera.
Aunque por lo general
en el budismo se explica esta cuarta verdad
en términos del famoso «óctuple noble sendero»,
en el contexto de este libro parece más relevante explicarla
—si bien someramente—
en términos de las tres principales vías de Iluminación
que transmite
la tradición «antigua» o ñingmapa 90 de budismo tibetano.
la cuarta noble verdad es el sendero
que conduce a superar las dos primeras verdades,
alcanzando la tercera.
Aunque por lo general
en el budismo se explica esta cuarta verdad
en términos del famoso «óctuple noble sendero»,
en el contexto de este libro parece más relevante explicarla
—si bien someramente—
en términos de las tres principales vías de Iluminación
que transmite
la tradición «antigua» o ñingmapa 90 de budismo tibetano.
Las tres vías en cuestión son:
(1) el sendero de renuncia,
conocido como vehículo de los sutra (sutrayana),
el cual se puede dividir a su vez en hinayana y mahayana
(mientras que el último de éstos
se puede dividir en gradual y abrupto);
el cual se puede dividir a su vez en hinayana y mahayana
(mientras que el último de éstos
se puede dividir en gradual y abrupto);
(2) el sendero de transformación,
conocido como vehículo vajra (vajrayana),
vehículo de los mantra secretos (guhyamantrayana)
o vehículo de los tantra (tantrayana),
que se clasifica en externo e interno, y
vehículo de los mantra secretos (guhyamantrayana)
o vehículo de los tantra (tantrayana),
que se clasifica en externo e interno, y
(3) el sendero de autoliberación,
que es el vehículo primordial (atiyana)
de total plenitud y perfección (dzogchén).
de total plenitud y perfección (dzogchén).
El triple sendero constituido por las mencionadas vías representa,
a todas luces,
el sistema más completo de budismo que haya llegado hasta nosotros.
El mismo se desarrolló originalmente en Öddiyana
(valle de Kabul en Afganistán y/o valle de Swat en Pakistán),
se estableció en el Tíbet en el siglo VIII d.C.
y, una vez que, a partir del siglo XI,
se asentaron nuevas formas de budismo en el «país de las nieves»,
se lo designó como «tradición antigua» o ñingmapa.
a todas luces,
el sistema más completo de budismo que haya llegado hasta nosotros.
El mismo se desarrolló originalmente en Öddiyana
(valle de Kabul en Afganistán y/o valle de Swat en Pakistán),
se estableció en el Tíbet en el siglo VIII d.C.
y, una vez que, a partir del siglo XI,
se asentaron nuevas formas de budismo en el «país de las nieves»,
se lo designó como «tradición antigua» o ñingmapa.
La clasificación de los vehículos budistas en las tres vías en cuestión
ha llegado a nosotros a través de dos obras:
ha llegado a nosotros a través de dos obras:
(1) el Samtén Migdrön 91 de Nubchén Sanguîe Ieshe,
que estuvo sepultado en Tun Huang desde el siglo XI o XII d.C.
hasta 1908, cuando lo rescató Paul Pelliot, y
que estuvo sepultado en Tun Huang desde el siglo XI o XII d.C.
hasta 1908, cuando lo rescató Paul Pelliot, y
(2) el Kathang Dengá 92 de Namkhai Ñingpo,
el cual, pocos siglos antes de que quedara tapiado el texto anterior,
fue ocultado como «terma» para que pudiese ser enseñado en el futuro
y, en el siglo XVI, fue revelado por Örguîen Lingpa.
La antigüedad de los textos y el hecho de que,
durante casi un milenio,
los mismos estuvieron protegidos de toda posible modificación,
parecen sugerir que esta forma de clasificar los distintos vehículos
haya sido la que se usó originalmente en el Tíbet,
antes de que las conquistas políticas
y el consiguiente ascendiente de las sectas «nuevas» o sarmapa
impulsara a los «antiguos» a adoptar la clasificación de aquéllas,
que los divide en hinayana, mahayana y vajrayana
y que ha predominado durante los últimos siglos.
En nuestra época, ha sido el lama Namkhai Norbu Rinpoché
quien ha rescatado y difundido de nuevo la antigua clasificación.
el cual, pocos siglos antes de que quedara tapiado el texto anterior,
fue ocultado como «terma» para que pudiese ser enseñado en el futuro
y, en el siglo XVI, fue revelado por Örguîen Lingpa.
La antigüedad de los textos y el hecho de que,
durante casi un milenio,
los mismos estuvieron protegidos de toda posible modificación,
parecen sugerir que esta forma de clasificar los distintos vehículos
haya sido la que se usó originalmente en el Tíbet,
antes de que las conquistas políticas
y el consiguiente ascendiente de las sectas «nuevas» o sarmapa
impulsara a los «antiguos» a adoptar la clasificación de aquéllas,
que los divide en hinayana, mahayana y vajrayana
y que ha predominado durante los últimos siglos.
En nuestra época, ha sido el lama Namkhai Norbu Rinpoché
quien ha rescatado y difundido de nuevo la antigua clasificación.
90rNying-ma-pa.
91bSam-gtan Mig-sgron.
92bKa’-thang sDe-lnga.
es necesario presentar una clasificación esquemática de los vehículos
basada en las enseñanzas de
Nubchén Sanguîe Ieshe,
Namkhai Ñingpo
y Namkhai Norbu Rinpoché
(aunque no aparece en ellas exactamente de la manera en que aquí se la esboza).
Antes que nada, se clasifican los vehículos en:
(A) vehículos mundanos
(cuyo objetivo es mejorar la calidad de la existencia samsárica),
y (B) vehículos supramundanos
(cuyo objetivo es conducir al practicante más allá del samsara).
A continuación,