[..] Yo, que soy vuestro anciano padre, no tengo ninguna cuali­dad excepto una. 
Mis maestros raíces, eruditos y realizados, fueron Padmasambhava en persona. 
Nunca hice ni una sola co­sa que les decepcionara, 
nada que pudiesen considerar ni lige­ramente inapropiado, 
ni en ningún caso nada que se opusiese a sus deseos. 
Este es mi mayor logro; mi samaya está intacto. 
Y confieso que con un linaje tan puro, 
me siento satisfecho con­migo mismo. 
Eso no es algo frecuente en nuestros días.
 De las aproximadamente dos mil personas que están ahora recibiendo estas iniciaciones y transmisiones, 
hay treinta y sie­te tulkus y cerca de sesenta abades, profesores y maestros. 
La mayoría son miembros de las sanghas monástica y tántrica, practicantes del Dharma. 
Alrededor de la cuarta parte de los aquí reunidos son laicos, hombres y mujeres. 
En el pasado, 
no se acostumbraba a dar las profundas iniciaciones de los Mantras Secretos abiertamente 
a un número tan elevado de perso­nas. 
Únicamente se les daba a quienes se tenía la certeza de que las practicarían 
y que serían capaces de guardar los samayas.
      Chos dred. lit. «Oso del Dharma». 
Expresión tibetana que se refiere a alguien que conoce el Dharma (quizás muy bien) pero que no lo ha asimilado y, debi­do a esa negligencia, se vuelve impermeable al maestro y a las enseñanzas.[..]