El maestro Shri Simha, activo en el siglo VIII,
es sin duda la figura de mayor relevancia en la historia de la introducción del Dzogchen en el Tíbet,
en tanto que fue él quien transmitió las enseñanzas del Semde y el Longde al traductor tibetano Vairochana.
Según el Vairo Drabag, como hemos leído,
Shri Simha fue discípulo de Buddhagupta y maestro de la bhikshuríl Kungamo y Vairochana.
Sin embargo, las tradiciones del Longde y el Mennagde narran, en cambio,
que fue discípulo directo de Mañjushrlmitra.
Shri Simha fue discípulo de Buddhagupta y maestro de la bhikshuríl Kungamo y Vairochana.
Sin embargo, las tradiciones del Longde y el Mennagde narran, en cambio,
que fue discípulo directo de Mañjushrlmitra.
El relato de su encuentro según los textos del Mennagde puede encontrarse traducido en distintas lenguas occidentales. Resulta especialmente significativo el relato que encontramos en el Puente del vajra del Longde donde se reiteran ciertos elementos que ya hemos encontrado a propósito de la historia de Mañjushrlmitra.
A continuación sigue una versión ligeramente abreviada:
Shri Simha se preguntaba si, aparte de los métodos de acumulación y purificación que presuponen la necesidad de muchas vidas para realizarse, existían unas enseñanzas que permitiesen comprender la naturaleza última en un instante y alcanzar el despertar en una sola vida.
Cuando acudió a los eruditos de Nalanda, los panditas expertos en el Mantrayana le dijeron: «Siete generaciones atrás el maestro Mañjushrlmitra planteó la misma pregunta y luego fue al encuentro de Garab Dorje. Si ahora te diriges hacia el sur, en la región de Betai Ling, encontrarás al maestro Mañjushrímitra en el pueblo de Pelyon Tamche Jungwa.
¡Él posee lo que tú estás buscando!»
¡Él posee lo que tú estás buscando!»
«¿Es difícil llegar hasta allí? ¿Cuánto tiempo se requiere?", preguntó Shrí Simha.
«El camino es muy largo y hacen falta alrededor de trece meses para completarlo.
Además, está infestado de yakshas y dákinis malvados, serpientes venenosas y bestias feroces.»
Shrí Simha dudó por un instante y luego preguntó: «¿Existe algún atajo?»
«Existe un camino bajo tierra, pero no está falto de peligros porque en él también hay serpientes venenosas y moran espíritus cautivos», le respondieron los panditas.
«¿Y no existe ninguna protección para todo esto?», preguntó Shri Simha,
y los panditas le respondieron: «Para protegerte de las serpientes y los espíritus deberás untarte el cuerpo con un aceite especial llamado maghita y llevar una lámpara de grasa humana. Además, como siempre estarás en la oscuridad, necesitarás también una antorcha.»
Con gran esfuerzo, Shri Simha se hizo con todo lo necesario y partió.
Tras seis meses viajando en la oscuridad y sin encontrar ningún obstáculo,
llegó al pueblo indicado en la región de Beta Ling.
Allí preguntó dónde se encontraba el maestro y un aldeano le respondió:
«Sabemos que en nuestro pueblo vive un tal Mañjushrímitra,
¡pero no tenemos ni idea de qué aspecto tiene!»
«Sabemos que en nuestro pueblo vive un tal Mañjushrímitra,
¡pero no tenemos ni idea de qué aspecto tiene!»
Otras personas también le respondieron lo mismo y, así,
durante todo el séptimo mes de su viaje continuó buscándolo por todas partes,
sin encontrarlo.
durante todo el séptimo mes de su viaje continuó buscándolo por todas partes,
sin encontrarlo.
En una ocasión,
Shri Simha se encontraba cerca de una fuente
cuando vio llegar a una anciana en busca de agua
y le preguntó también a ella si conocía al maestro Mañjushrímitra.
La mujer, sin responderle,
se dispuso a reanudar su camino pero cuando fue a levantar su jarra no pudo despegarla del suelo
(Shrí Simha estaba usando sus poderes mágicos).
Entonces, la anciana pronunció la fórmula citta abhiprasa la y se abrió el pecho,
mostrando en su corazón el mandala de las nueve divinidades del ciclo de Yangdag.
Entonces Shri Simha le volvió a preguntar si conocía al maestro Mañjushrimitra y ella le respondió:
«¡Por supuesto! Sólo yo lo conozco: ¡es mi hermano!»
«¡Por supuesto! Sólo yo lo conozco: ¡es mi hermano!»
A continuación se cerró de nuevo el pecho y,
tomando la jarra de agua, se puso en camino hacia su casa, seguida de Shri Simha.
Cuando llegaron a la casa de la anciana,
Shri Simha vio a un hombre con aspecto de monje y el pelo recogido encima de la cabeza, que labraba su campo empujando un arado hacia delante mientras sostenía un yugo sobre la espalda.
La anciana lo señaló y dijo: «¡Es él!»
Pero Shri Simha, dudando,
Pero Shri Simha, dudando,
pensó: «El maestro Mañjushrimitra debe tener el aspecto de un pandita o un yogui,
y este hombre parece un religioso laico normal y corriente.
Aun así, ¿podría tratarse del maestro?»
Aun así, ¿podría tratarse del maestro?»
Al cabo de un rato. Shri Simha le pidió algo de comida al hombre y éste respondió:
«¡Aquí no tenemos comida; ve al pueblo a pedirle limosna a mi mujer!»
Al llegar al pueblo, la mujer de Mañjushrimitra le dijo: «Hoy no tengo tsampa»" y, a continuación, cogió siete gorriones que había comprado en el mercado y,
después de cocinarlos con todas sus plumas, se los sirvió con arroz.
Entonces. Shri Simha dijo: «Como soy un bhikshu no me está permitido comer carne,
«¡Aquí no tenemos comida; ve al pueblo a pedirle limosna a mi mujer!»
Al llegar al pueblo, la mujer de Mañjushrimitra le dijo: «Hoy no tengo tsampa»" y, a continuación, cogió siete gorriones que había comprado en el mercado y,
después de cocinarlos con todas sus plumas, se los sirvió con arroz.
Entonces. Shri Simha dijo: «Como soy un bhikshu no me está permitido comer carne,
especialmente la carne de animales que se matan a propósito para mí».
Entonces, la mujer exclamó: «¡Muy bien!», y después de poner los siete gorriones en la palma de su mano,
Entonces, la mujer exclamó: «¡Muy bien!», y después de poner los siete gorriones en la palma de su mano,
sopló sobre ellos y éstos salieron volando libremente por el cielo.
Shri Simha pensó: «¡Si esta mujer posee tales poderes mágicos,
Shri Simha pensó: «¡Si esta mujer posee tales poderes mágicos,
es posible que aquel hombre sea realmente el maestro Mañjushrimitra!»,
por lo que decidió cerciorarse de ello.
Al llegar el anochecer, como necesitaba encontrar un lugar donde dormir,
Al llegar el anochecer, como necesitaba encontrar un lugar donde dormir,
se le permitió quedarse allí.
El hombre con aspecto de monje, que en realidad era el maestro,
El hombre con aspecto de monje, que en realidad era el maestro,
no tardó en llegar e inmediatamente le preguntó a la mujer:
«¿Le diste de comer?»,
y ella respondió: «Le ofrecí comida pero no la quiso.»
y ella respondió: «Le ofrecí comida pero no la quiso.»
«¡Como él quiera!» añadió el maestro.
Por la mañana. Shrí Simha comenzó a leer en voz alta La red de la manifestación mágica de Vajrasattva.
En un principio, el maestro escuchó sin levantarse, luego se alzó y siguió escuchando hasta que Shri Simha hubo terminado. Entonces, le dijo: «Ya no digamos su significado verdadero, ¡pero es que ni siquiera de las palabras comprendes el significado!»,
En un principio, el maestro escuchó sin levantarse, luego se alzó y siguió escuchando hasta que Shri Simha hubo terminado. Entonces, le dijo: «Ya no digamos su significado verdadero, ¡pero es que ni siquiera de las palabras comprendes el significado!»,
y Shri Simha pensó: «¿Será en verdad el maestro?»
Más tarde, la mujer regresó del mercado, donde había comprado el brazo izquierdo de una mujer,
Más tarde, la mujer regresó del mercado, donde había comprado el brazo izquierdo de una mujer,
todavía fresco y con cinco brazaletes puestos.
Lo cocinó y lo sirvió,
pero Shri Simha exclamó:
«¡Yo soy un bhikshu y no puedo comer carne, especialmente carne humana,
«¡Yo soy un bhikshu y no puedo comer carne, especialmente carne humana,
ya sea de hombre o de mujer!»
Entonces, el maestro cogió aquel brazo y chasqueando los dedos
Entonces, el maestro cogió aquel brazo y chasqueando los dedos
lo hizo desaparecer en el cielo envuelto en un destello de luz.
En aquel instante Shri Simha se dio cuenta de que se encontraba ante Mañjushrimitra,
le ofreció un mandala de oro, se postró a sus pies y le circunvaló tres veces.
Entonces le dijo: «¡Te ruego que hagas surgir en mí el conocimiento que tú posees!»
Pero el maestro permaneció en silencio.
Shri Simha repitió el ritual tres veces más, pero el maestro no respondía nada.
En aquel instante Shri Simha se dio cuenta de que se encontraba ante Mañjushrimitra,
le ofreció un mandala de oro, se postró a sus pies y le circunvaló tres veces.
Entonces le dijo: «¡Te ruego que hagas surgir en mí el conocimiento que tú posees!»
Pero el maestro permaneció en silencio.
Shri Simha repitió el ritual tres veces más, pero el maestro no respondía nada.
Desalentado Shri Simha pensó: «El maestro no quiere enseñarme, será mejor que me vaya.»
En aquel instante el maestro gritó en voz alta: « Shri Simha, ¡ven aquí!»
Shri Simha se levantó de inmediato y vio a Mañjushrimitra tumbado en el suelo rodeado de suciedad.
Así que, pensando que el maestro quería hacerle barrer el suelo, se puso a limpiar vigorosamente el suelo, hasta barrerlo dieciocho veces.
Al final, completamente exhausto, se puso a descansar.
En aquel momento se dio cuenta de que en la almohada del maestro
En aquel instante el maestro gritó en voz alta: « Shri Simha, ¡ven aquí!»
Shri Simha se levantó de inmediato y vio a Mañjushrimitra tumbado en el suelo rodeado de suciedad.
Así que, pensando que el maestro quería hacerle barrer el suelo, se puso a limpiar vigorosamente el suelo, hasta barrerlo dieciocho veces.
Al final, completamente exhausto, se puso a descansar.
En aquel momento se dio cuenta de que en la almohada del maestro
había un fruto de color llamativo y fragante olor.
Pensando que el maestro quería que lo comiera,
lo mordió y sintió ocho fantásticos sabores distintos.
Pero apenas terminó de comerlo se sintió mal y empezó a vomitar,
Pero apenas terminó de comerlo se sintió mal y empezó a vomitar,
sintió que perdía el conocimiento y creyó que iba a morir.
Entonces, por siete veces formuló el siguiente pensamiento:
«- ¡Aunque muera, no importa!
Al principio, cuando el maestro araba el campo llevando el yugo sobre la espalda.
estaba enseñándome a través de los símbolos, pero yo no lo he comprendido.
- ¡Aunque muera, no importa!
Cuando ha hecho que me sirvieran la carne de aquellas aves,
estaba transmitiéndome el conocimiento a través de aquel símbolo, pero yo no lo he comprendido.
- ¡Aunque muera, no importa!
Cuando he terminado de recitar el texto,
me ha transmitido el conocimiento a través de sus palabras simbólicas, pero yo no lo he comprendido.
- ¡Aunque muera, no importa!
Cuando ha hecho que me sirvieran aquel brazo de una mujer,
estaba transmitiéndome el conocimiento a través de aquel símbolo, pero yo no lo he comprendido.
«- ¡Aunque muera, no importa!
Al principio, cuando el maestro araba el campo llevando el yugo sobre la espalda.
estaba enseñándome a través de los símbolos, pero yo no lo he comprendido.
- ¡Aunque muera, no importa!
Cuando ha hecho que me sirvieran la carne de aquellas aves,
estaba transmitiéndome el conocimiento a través de aquel símbolo, pero yo no lo he comprendido.
- ¡Aunque muera, no importa!
Cuando he terminado de recitar el texto,
me ha transmitido el conocimiento a través de sus palabras simbólicas, pero yo no lo he comprendido.
- ¡Aunque muera, no importa!
Cuando ha hecho que me sirvieran aquel brazo de una mujer,
estaba transmitiéndome el conocimiento a través de aquel símbolo, pero yo no lo he comprendido.
- ¡Aunque muera, no importa!
Cuando le he ofrecido el mandala,
Cuando le he ofrecido el mandala,
postrándome y circunvalándolo, y el maestro no me ha respondido,
no he comprendido lo que simbolizaba el silencio.
- ¡Aunque muera, no importa!
Cuando pensaba en marcharme y el maestro me ha llamado,
me ha hecho barrer el suelo, no he comprendido el símbolo.
- ¡Aunque muera, no importa! Cuando, por último, me he comido el fruto, no he comprendido el símbolo.
¡Por esto, aunque muera, no importa!»
Cuando pensaba en marcharme y el maestro me ha llamado,
me ha hecho barrer el suelo, no he comprendido el símbolo.
- ¡Aunque muera, no importa! Cuando, por último, me he comido el fruto, no he comprendido el símbolo.
¡Por esto, aunque muera, no importa!»
En aquel instante, Shrí Simha se puso a vomitar y recobró la conciencia,
miró hacia arriba y vio al maestro de pie a su lado, que le decía:
«¿Qué es lo que quieres?»
«¡Deseo un método que me permita obtener la comprensión en un instante
«¡Deseo un método que me permita obtener la comprensión en un instante
y alcanzar el despertar en una vida!», contestó Shri Simha.
Entonces el maestro le preguntó:
«¿Pero aún no lo has comprendido?»
«¡No, maestro!», dijo Shri Simha.
«Yo te he enseñado desde el primer momento,
Mañjuśrīmitra
¡eres tú quien no ha comprendido!
. Cuando araba el campo,
te he enseñado el significado verdadero de método y prajña.
te he enseñado el significado verdadero de método y prajña.
. Cuando te han servido la carne de los gorrioncillos,
a través de aquel símbolo te he enseñado la naturaleza última de las seis conciencias agregadas.
a través de aquel símbolo te he enseñado la naturaleza última de las seis conciencias agregadas.
. Cuando recitabas "La red de la manifestación mágica"
te he enseñado que todos los fenómenos están más allá de la explicación.
te he enseñado que todos los fenómenos están más allá de la explicación.
. Cuando te han servido el brazo de una mujer,
el hecho de que fuera el izquierdo representaba prajña,
mientras que los cinco brazaletes representaban las cinco sabidurías.
el hecho de que fuera el izquierdo representaba prajña,
mientras que los cinco brazaletes representaban las cinco sabidurías.
. Cuando me has ofrecido el mandala,
te has postrado y me has circunvalado, pero yo he permanecido en silencio,
te he enseñado que todos los fenómenos están más allá de la palabra,
el pensamiento y la definición.
te has postrado y me has circunvalado, pero yo he permanecido en silencio,
te he enseñado que todos los fenómenos están más allá de la palabra,
el pensamiento y la definición.
. Cuando, al no haber comprendido,
has decido irte, para purificar los dieciocho elementos sensoriales
te he hecho barrer dieciocho veces el suelo.
Viendo que todavía tenías obstáculos dualistas,
tanto profundos como sutiles, ligados a la idea de sujeto y objeto,
has decido irte, para purificar los dieciocho elementos sensoriales
te he hecho barrer dieciocho veces el suelo.
Viendo que todavía tenías obstáculos dualistas,
tanto profundos como sutiles, ligados a la idea de sujeto y objeto,
te he hecho comer aquel fruto.
Entonces, tu aferramiento por su color y su olor
simbolizaba el aferramiento que se tiene por los objetos del mundo externo.
simbolizaba el aferramiento que se tiene por los objetos del mundo externo.
Tu aferramiento por su excelente sabor,
en el momento en el que lo has mordido,
simbolizaba el aferramiento hacia la mente conceptual
que constituye el sujeto interno.
Luego te has sentido mal debido a los obstáculos
relacionados con la dualidad entre sujeto y objeto,
pero mientras sufrías has pensado siete veces que no te importaba morir,
con lo que has purificado los obstáculos y te has curado.»
en el momento en el que lo has mordido,
simbolizaba el aferramiento hacia la mente conceptual
que constituye el sujeto interno.
Luego te has sentido mal debido a los obstáculos
relacionados con la dualidad entre sujeto y objeto,
pero mientras sufrías has pensado siete veces que no te importaba morir,
con lo que has purificado los obstáculos y te has curado.»
Entonces,
Mañjushrímitra le trasmitió el significado de lo sin nacimiento,
lo ininterrumpido y lo no dual
pronunciando las sílabas simbólicas A, HA, HO, YE,
y Shri Simha tuvo la experiencia del sonido natural
de la condición última de los fenómenos,
que se prolongó durante siete días.
Mañjushrímitra le trasmitió el significado de lo sin nacimiento,
lo ininterrumpido y lo no dual
pronunciando las sílabas simbólicas A, HA, HO, YE,
y Shri Simha tuvo la experiencia del sonido natural
de la condición última de los fenómenos,
que se prolongó durante siete días.
Cuando despertó de este estado, vio a su lado al maestro,
quien para que no olvidara el significado de lo que le había dicho
le trasmitió la palabra simbólica abandhara
le trasmitió la palabra simbólica abandhara
Shri Simha comprendió que significaba:
«¡Mira hacia el centro del cielo!»
Así, al alba, mientras los planetas, las estrellas se ponían,
las nubes y la oscuridad se desvanecían,
las nubes y la oscuridad se desvanecían,
dirigió la mirada hacia el espacio delante de él, ni arriba ni abajo.
Comprendió entonces que,
al igual que el espacio no está producido por causas
y no depende de condiciones para manifestarse,
y no depende de condiciones para manifestarse,
ni puede identificarse de ningún modo,
del mismo modo la naturaleza verdadera de la mente no está producida por causas
no depende de condiciones y carece de toda substancia
que pueda limitarse en una definición.
que pueda limitarse en una definición.
Shri Simha obtuvo así el siddhi supremo y, como consecuencia,
también los siddhis comunes,
purificando todo su karma y sus correspondientes huellas residuales.»
purificando todo su karma y sus correspondientes huellas residuales.»
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