[..] Las enseñanzas del linaje susurrado son el cálido aliento de la dakini.
-Milarepa
Cuando Gurú Rimpoché se encontró
 con la doncella Kumari a las puertas del palacio, 
no supo que era una dakini de sabiduría
 hasta que ella misma se reveló en todo su esplendor.

 ¿Por qué un maestro tan grande, 

superior en realización y diestro en las vías del mundo, 
no vería a Kumari como era realmente?
 Si el mismo Gurú Rimpoché no pudo reconocer a la dakini,
 ¿cómo podría ver su ros­tro un practicante vajrayana ordinario?
El relato del encuentro de Gurú Rimpoché con Kumari
 revela la poderosa ambi­güedad de la dakini, 
su carácter oculto e inexpresable. 

Por ser no conceptual, 

no se la puede conocer como un objeto de la experiencia; 
por sostener las llaves de la realización directa, 
es una emisaria del despertar.

 La dakini representa a los lina­jes del despertar
 que se remontan ininterrumpidamente hasta el Buda pero,
 al mismo tiempo,
 representa el despertar individual en el momento presente.

 Gurú Rimpoché manifestó un despertar repentino,
 la inesperada apertura de la mente convencional al
 amanecer de la sabiduría no dual. 
Cuando alguien como Gurú Rimpoché tiene tal experiencia, 
sabemos que cualquier practicante de budismo tántrico 
puede encontrar a la dakini en su significado más completo y profundo.
¿Cómo debemos interpretar este encuentro? 
En el análisis final, no todos los aspectos de la dakini
implican la misma consideración. 
Al tener esto en cuenta, 
se incorporan ciertas herramientas para la interpretació
de la tradición de la dakini.

Revisemos la "hermenéutica de la sospecha", 
de Paul Ricoeur, 
que identifica las cualidades más esenciales del símbolo,
 diferenciándolas de esos aspectos de la dakini 
que están sujetos a las inclinaciones y
 las interpretaciones culturales.

Desde esta perspectiva, 
¿qué es lo esencial en la comprensión de una dakini? 
¿Cuándo está su realidad menos intervenida o
 menos ligada culturalmente? 

Según el método de Ricoeur,

 las dimensiones meditativas de la dakini 
son el acceso más directo del prac­ticante a la esencia del símbolo. 

Siguiendo las tradiciones que hemos descrito, 

la dakini puede encontrarse, 
especialmente, en las prácticas rituales y 
sin forma (utpattikrama, kyerím; sampannakrama, dzog-rim),
 que incluyen la ejecución de la sadana del yidam(s), 
las diversas prácticas del yoga del cuerpo sutil,
 y la prácti­ca sin forma del mahamudra 
de morar en la naturaleza de la mente. 

Los aspectos de máxima "sospecha", 

en su mayoría sujetos a influencias culturales y 
a interpre­taciones erróneas, 
son las dimensiones culturales extraídas de 
interpretaciones que presentan a las mujeres
 como encarnaciones vivientes de la dakini,
 y de las histo­rias hagiográficas
 de encuentros con la dakini. 
La forma de hablar sobre la dakini en tales relatos, 
cuando éstos se consideran independientemente,
 los hace más sus­ceptibles a una interpretación equivocada.

 Cuando estas fuentes se interpretan

 den­tro del contexto de la práctica y 
el ritual de meditación,
 la tradición de la mujer- dakini, 
o los encuentros con la dakini, 
tiene un potencial de significado profundo.
Desde esta perspectiva,
 podemos volver al encuentro de
 Gurú Rimpoché con Kumari.
A primera vista,
 si se considera como un encuentro independiente
 entre el yogui y la dakini,
 es fácil malinterpretar el mensaje de la dakini.

 Un Junguiano podría pensar que Gurú Rimpoché 

se ha encontrado con su inconsciente, 
los aspectos emocional o intuitivo de sí mismo que antes desconocía. 
Una interpre­tación feminista consideraría a Kumari 
como la diosa ginocéntrica que instruyó a Gurú Rimpoché 
sobre el respeto que se debe a las mujeres, fuente de toda sabi­duría. 
Ambas interpretaciones se apoyan con demasiada fuerza 
en la vinculación cultural del encuentro y 
en una comprensión dualista del yogui y de la dakini.

 Las interpretaciones que se basan en los contextos meditativos

 del símbolo de la dakini se aproximan mucho más a 
una lectura correcta de la historia.
 Para el yogui, Kumari representaba el significado interior
 de su experiencia yóguica y
 la necesaria preparación para el encuentro con la Dakini Reina. 
Si Gurú Rimpoché debía recibir
 la bendición iniciática de la Reina Dakini de
 la Sabiduría Secreta, 
era esencial que se preparara yóguicamente. 

Primero se examinó su visión sagrada
mediante una prueba clásica, para conocer su intención y 
eliminar sus obstáculos; a continuación, 
Gurú Rimpoché fue introducido en el mandala de
 las deidades pacíficas yairadas del tantra mahayoga,
que se le revelaría totalmente en una ini­ciación posterior. 

Este encuentro le proporcionó una actitud respetuosa, 
con­fianza, y la visión sagrada,
 requisitos necesarios para entrar en el sanctasanctórum del mandala
 de las deidades del mahayoga-yana.
Posiblemente, 
lo más provocativo en la tradición de la dakini es la 
¡dea de que la dakini sea un símbolo femenino y, 
al mismo tiempo, esté completa­mente más allá del género. 
Aunque Kumari era una figura femenina, 
en el inte­rior de su cuerpo se reveló el espacio infinito 
en el que se podían percibir
 las deidades pacíficas y airadas del mandala.

 Mirado desde la hermenéutica de la sospecha de Ricoeur,

 esto sugiere que la esencia de las dakinis carece de géne­ro, 
aunque adopte una forma femenina en el reino del símbolo.
 Como deidad femenina,
 representa la carencia de existencia inherente del género,
 aun cuan­do redefine el género en sí misma y 
en todos los seres humanos.

 Si el practi­cante basa su interpretación en 

la experiencia meditativa, 
él o ella encontra­rá que la dakini, 
encarnada o visionaria, 
tiene poder para licuar conceptos —incluso aquéllos sobre el género—
 aun cuando adopte la forma sexuada de una mujer,
 hermosa o aterradora.

 En un destello, 

comunica que el mundo de la dualidad es
 un medio de expresión perfecto y 
único de aquello que está más allá de la dualidad. 
El modo en que se la percibe depende de
 la visión sagrada (tag-nang) del practicante.[..] 
                                                   * Basado en extractos del libro Judith Simmer-Brown.