Instrucción de Padmasambhava,
en la que se resume la esencia de la contemplación del atiyoga
Mientras el gran maestro Padmasambhava
permanecía en la Ermita de la Gran Roca próxima a Samye,
Sherab Gyalpo de Ngog, un anciano iletrado
que tenía gran fe y devoción,
que tenía gran fe y devoción,
estuvo sirviéndole durante más de un año.
En todo ese tiempo, el anciano no demandó enseñanzas
y el maestro tampoco le dio ninguna.
Sin embargo,
cuando Padmasambhava se disponía a abandonar la ermita,
Sherab Gyalpo le ofreció un plato de mandala
coronado por una flor de oro y dijo así:
-Gran maestro, préstame atención.
Aunque sólo soy un anciano que carece de educación,
mi inteligencia es escasa y mis elementos se hallan casi agotados,
este viejo que ya se encuentra cerca de la muerte te pide,
sin embargo, una enseñanza sencilla de comprender,
capaz de eliminar completamente cualquier duda,
fácil de aplicar, realizar y que posea una visión efectiva
Entonces, Padmasambhava señaló con su bastón de viaje
-¡Escucha, hombre viejo!
Observa profundamente en la conciencia primordial,
la verdadera naturaleza de tu mente.
Carece de forma, color, centro o periferia.
En el principio, está vacía porque no tiene ningún origen;
en el medio, está vacía porque no posee un lugar donde permanecer;
Cuando contemplas esta vacuidad no compuesta,
absolutamente clara y Gnoscente*,
reconoces tu rostro original,
comprendes la naturaleza última de los fenómenos,
percibes la esencia de la mente,
resuelves el estado fundamental de la realidad
Esta conciencia primordial plenamente despierta
no está constituida de ninguna sustancia,
existe de manera espontánea
y es inherente a todos los seres.
la verdadera naturaleza de los fenómenos es fácil de realizar
porque no tiene que ser buscada sino en la propia mente.
»La verdadera naturaleza de la mente
trasciende todo apego hacia un perceptor concreto,
un acto de percibir
y un objeto percibido
desafiando toda categoría acerca de permanencia o aniquilación.
En ella no hay nada que despertar
porque el estado de iluminación
es la propia conciencia primordial naturalmente despierta.
En ella no existe nada que pueda dirigirse a malos renacimientos
En ella no existe nada que pueda dirigirse a malos renacimientos
porque la conciencia primordial es naturalmente pura.
En ella no existe práctica que aplicar
Ten la certeza de que la gran visión del estado natural
presente en uno mismo
no puede ser hallada más que en la propia mente.
»Cuando asimilas plenamente esta visión a tu experiencia,
Y, externamente,
sean cuales sean las posibles apariencias que surjan,
sean cuales sean las posibles apariencias que surjan,
todas ellas ocurren espontáneamente y se hallan naturalmente vacías.
Por lo tanto, déjalas ser más allá de todo juicio
no sólo se transformarán en tus aliados
sino en el mismo sendero de la práctica.
»En lo que concierne al interior,
todos los pensamientos y movimientos de la mente
carecen de esencia y están vacíos.
de este modo,
los pensamientos de manera natural espontáneamente liberándose
»En cuanto al consejo más esencial,
no importa cuál sea la emoción conflictiva que experimentes,
contémplala directamente y se liberará por sí misma
desapareciendo sin dejar rastro.
Esto es sencillo de practicar.
»Entonces,
tu meditación dejará de estar confinada a sesiones formales y,
sabiendo que todo puede convertirse en una ayuda,
la percepción de tu verdadera naturaleza será incesante,
las experiencias meditativas se tornarán inmutables,
tu conducta será plenamente espontánea y,
allí donde estés,
nunca te separarás de tu naturaleza más profunda.
»Comprenderás que,
si bien el cuerpo material puede ser viejo,
la conciencia primordial carece de edad
Reconocerás que el despertar innato
se halla espontáneamente presente en todos los seres y,
en consecuencia,
que no existe diferencia entre poseer una inteligencia perspicaz o lerda
Y, del mismo modo,
cuando reposes en este estado inmutable te darás cuenta de que,
el dharmakaya de sabiduría primordial es incesante
y por consiguiente,
no hay diferencia alguna entre la vida y la muerte.
y por consiguiente,
no hay diferencia alguna entre la vida y la muerte.
»¡Hombre viejo, busca siempre el verdadero significado!
¡Adopta la práctica de corazón!
¡No confundas las meras palabras con el sentido verdadero!
¡Atrapa siempre el significado verdadero,
¡Sé constante porque la diligencia es tu mejor amigo!
¡Abraza todo con plena atención!
¡No caigas en las charlas sin sentido y las palabras fútiles!
¡No te involucres en metas mundanas!
¡No te preocupes por la descendencia!
¡No ansíes excesivos alimentos y bebida!
¡Trata de morir como un ser insignificante!
Tu vida se te escapa.
Apresúrate pues,
a poner en práctica esta instrucción dirigida a un anciano
que se halla cerca de la muerte.
Esto fue recogido por escrito por Yeshe Tsogyal,
princesa de Kharchen,
para beneficio de las generaciones futuras.
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